miércoles, 4 de septiembre de 2013

LA CRISIS DEL MAGREB Y DE LIBIA POR SER JAMAHIRIYA: CRISIS DEL AFRICA TOTAL Y DEL MUNDO ANTE EL IMPERIALISMO VORAZ

Pablo R. Carvajal R.

En principio, este documento primero, lo redacté el mismo día en que fue tomada la decisión de la Resolución 1973 por los miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Y en segundo lugar este documento lo envié en lo inmediato a los presidentes de los gobiernos de Rusia y de China, como así de Brasil, -mediante sus embajadores aquí en Venezuela-, gobiernos cuyas representaciones se abstuvieron con sus votos en el seno de la reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, realizada el 18 de marzo del 2011, en la que ese Consejo de Seguridad criminal aprobó el asalto de invasión armada contra la soberanía y vida del pueblo de la república de Libia. Y como les expongo a los embajadores de Rusia y de China en comunicación enviada, el objeto de este documento es una advertencia a dichos gobernantes sobre graves amenazas y riesgos de pérdidas de posiciones estratégicas a largo plazo ante el imperialismo norteamericano-europeo, implícitas en esa decisión de abstención desafortunada de parte de sus gobiernos actuales. También, a manera de notificación, se lo he enviado al camarada presidente Hugo Chávez y a la cancillería de Venezuela, a los objetos.
Por lo demás, lo impactante a la conciencia humana  es la indiferencia e indolencia, pusilánime  y cómplice,  de la gran mayoría de los más de 180 países pobres del mundo agrupados en la ONU, que guardan silencio cobarde ante ese bombardeo y matanza despiadada y descarada del imperialismo norteamericano-europeo contra el pueblo de Libia, como así contra Irak y Afganistán. Y de ello, ¿Qué posibilidad tienen esos mismos pueblos o naciones que guardan tan cobarde silencio,  de no ser invadidos  y atacados militarmente por ese imperialismo norteamericano-europeo que se cree dueño absoluto de las naciones, del planeta y del mundo?. Guardar silencio complaciente y cobarde ante quienes irrespetan y violan el derecho a la vida independiente y soberana de las demás naciones y los pueblos, es grabar y guardar en el sí mismo de su alma su espernible y envilecida muerte.

 La gran crisis que estremece al Magreb árabe -y la que, en el fondo, se corresponde con la de todo el gran continente africano-, a nuestro juicio tiene tres grandes contradicciones componentes las que, entremezcladas históricamente, revientan de forma incontenible e inevitable en plan de soluciones conflictivas  con agresiones y violencias justas e injustas que no presentan soluciones estables para esos pueblos. Esto es,  violencias justas, de liberación, de las grandes mayorías de pueblos explotados y oprimidos como alternativa única de respuesta ante las agresiones y violencias de los gobernantes explotadores y opresores nacionales y extranjeros occidentales, las que, a su vez, son tomadas por las estructuras de poderes mundiales del imperialismo norteamericano-europeo para ejercer más acciones de agresión y de violencia contra esos pueblos, y ese es el caso de la estrategia de la lucha contra “el Terrorismo Internacional“ como doctrina del imperialismo capitalista. En esto exponemos en nuestro parecer cuáles son los tres supuestos factores componentes históricos de la mencionada crisis de los pueblos africanos que revienta con la del Magreb árabe, y que concluye, como solución estratégica inmediata del imperialismo norteamericano-europeo, con la invasión contra el pueblo y gobierno de Libia, y que apunta a su vez, directa e inmediatamente, contra Siria e Irán, para luego ir contra Rusia y, en su parte más mediata del siglo XXI, contra China:
1.- Uno es el estado y condición de depauperación histórica de la vida de los grandes contingentes poblacionales del continente africano, con desempleo, miseria, hambrunas y enfermedades masivas crecientes. A este factor condicional de la vida general de los pueblos no escapa ninguna de aquellas naciones del Medio Oriente ricas en recursos naturales, entre ellos el petróleo, con excepción de Libia.
2.- Otro factor de contradicción es el de la invasión histórica de las estructuras de poderes de dominación del capitalismo. Invasión militar y política de la cultura occidental con depredación territorial y mental de esos pueblos, la que ha influido de manera directa y determinante en cuanto a las formas de la organización institucional jurídica-política del Estado y la sociedad africana, determinando el estado de miseria y depauperación económica creciente con explotación y expoliación capitalista de la vida de esos pueblos como un hecho inevitable de sus vidas.
3.- Y el último lo constituye el carácter propio, primero, de sus variadas organizaciones institucionales –patriarcales que denominan occidentalmente “anárquicas” o de las “jefaturas tribales” constituidas por familias patriarcales como la de los Hachemita- con modos distintos de sus formas de producción y de vida propios de la vida ancestral de esos pueblos; segundo, el añadido y entremezclado occidental indistinguible de las estructuras de poderes de dominación de clase de esos pueblos, en el que se incluye el nacionalismo panafricano y, por excelencia, panárabe, como fundamento de respuesta ideológica cultural contra y a favor de la invasión y dominación imperial capitalista sostenidas por muchos de los actuales gobernantes  de esos países –como son los casos de Arabia Saudita, de Bahrein de Túnez y otros que se expresan en el Consejo de la Unión de Estados Africanos y la Liga de Estados Árabes. En esto, casi todos los altos gobernantes de los países árabe-africanos han realizados estudios de especializaciones en las más prestigiadas universidades europeas; de manera que sus modos de vida imposturados son a la moda europea, y mentalmente responde a esa cultura en la materia política, en contra posición a la visión ancestral de sus pueblos, de sus gentes, con los que no tienen ninguna relación de vida cotidiana. A esto lo denomino “el síndrome árabe-africano”.
El primer factor de contradicción se corresponde con todos los andamiajes y maderámenes del orden económico, comercial y financiero capitalista y con las determinaciones del orden jurídico, político, militar e  institucional estructural del segundo gran factor, generador de los conflictos en ese continente. En este orden, ya de suyo, durante finales del  siglo XIX y durante todo el XX, tanto los ingleses como los franceses, los portugueses y los belgas, entre otros, cometieron un enorme saqueo y expoliación de las riquezas naturales de muchos de los países africanos y los sometieron a esclavitud. El desarrollo económico industrial-productivo y comercial del sistema en gran parte de Europa y de los Estados Unidos se sostuvo y fortaleció a costa de bienes y recursos naturales de los pueblos africanos y sobre el trabajo esclavo de sus gentes.  Por ejemplo, ya en 1908 en Nigeria el consorcio alemán/inglés Shell/D’Arcy –transformado luego en la British Petroleum- tenía una concesión petrolera que cubría todo el territorio nigeriano con 103.600 km2. Por consiguiente, de 1900 a 1970 todo el mapa del continente de África fue trazado por las determinaciones de intereses de Europa y los Estados Unidos como potencias imperiales en los ricos territorios de ese continente para expoliación de sus recursos, sus bienes y la esclavitud de sus gentes, de mediados del siglo XIX hasta la fecha.  
De manera que las secuelas históricas dejadas por ese gigantesco proceso de explotación y expoliación de todas esas más de cuarenta y tantas naciones africanas, con resultas de envilecimiento y miserias y hambres masivas, secuelas definidas y profundizadas por los efectos que causan en la actualidad las enormes crisis y recensiones económicas, financieras y comerciales de Europa y los Estados Unidos con influencia mundial,  pesan mucho más aún sobre esas naciones y pueblos africanos, agudizando al máximo sus conflictos políticos y socioeconómicos, los que ya inaguantables para las grandes mayorías desamparadas, explotan en el paroxismo de su desesperación, como ocurre con los del Magreb, especialmente en Túnez, Argelia, Marruecos y Saharaui, Egipto y Bahréin.
El segundo componente de contradicciones y conflictos, el de la invasión político-militar –económica y religiosa-cultural occidental, pesa con sus mecanismos de contradicciones empezando con las desarticulaciones de sus límites y fronteras naturales de las distintas nacionalidades africanas hecha por los invasores, en contraposición con el carácter de su cultura tribal. La violatoria injerencia de las potencias coloniales europeas como así la norteamericana, ha impuesto la desintegración de las comunidades nacionales en sus territorios, dividiéndolos en una multitud de pequeños Estados como en los casos de Nigeria con Biafra, Irak con Qatar y Arabia Saudí con Bahrein, y recién últimamente con Sudán del Sur respecto a Sudán, uno de los países más extensos en el territorio del África, entre otros muchos, y con ello los ha desarraigado como comunidades hermanas, llevándolas a enfrentarse unas contra otras en estado de guerra permanente, no en aras y en pos de intereses propios sino de intereses extranjeros, como fueron  los casos de la guerra de  Nigeria en contra del Estado separatista de Biafra, con sangrienta guerra en la que directamente intervino el consorcio Shell/BP;  y del mismo modo,  el enfrentamiento de Irak contra Irán en una guerra que duró unos ocho años.
Sintomático es el caso del jeque Shakhbut quien en 1966 fue derrocado por su hermano, el jeque Zaid, instigado por el gobierno británico, el que luego se apoderó de la riqueza petrolera de los Emiratos Árabes. El jeque Shakhbut tenía conciencia de los recursos petroleros con los que contaba su país, por cuanto incluso él era un buen gobernante,  y por lo que él buscaba a toda costa no alterar la vida climática ni de los paisajes de sus tierras, dada la economía del desierto acostumbrada de sus gentes. Sin embargo, Shakhbut no pudo librarse de la intriga monstruosa del imperialismo inglés conjuntamente con el gobierno de Francia respecto a las ambiciones de su propio hermano,  y allí se metieron depredadoramente la British Petroleum y la Compagnie Française des Pètroles a llevarse los hidrocarburos y demás riquezas naturales a Inglaterra y a Francia, sembrando a su vez el desarraigo entre sus gentes contra su propia cultura ancestral.
Sin embargo, la penetración en plan de invasión política, económica y comercial no sólo queda en el hecho de tomar los recursos naturales por parte de esas potencias imperiales y trasladarlas a sus países de origen, cuales bienes económicos sobre los que se asienta por contrato una propiedad privada; por supuesto que no queda solamente ahí. El hecho de la invasión imperial –que es el mero centro medular de la gran contradicción principal de los pueblos africanos como así la de todos los demás del mundo- toma vías que trascienden lo contractual como formalidad jurídica mera para arribar y quedar como propiedad de propiedad en la espiritualidad ética de la cultura ancestral de todos esas nacionalidades, como componente básico del poder de dominación extranjera en todos los contextos sociales-humanos de los pueblos africanos. En esto, es determinantemente aplastante la irradiación mental invasora de la cultura occidental que, a términos de destruirles a los jóvenes africanos la espiritualidad de sus ancestros los lleva a la degradación de manipularlos burdamente con sus valores de “democracia”, “libertad” y con esos símbolos del mass-media y de telemática (computadores, tele videos). De tal manera que, con sus ONG, a fuerza de realazos los envilece manejándolos con sus “redes sociales” como a viles muñecos. Y éste sí es realmente el núcleo central-medular de la gran contradicción que conforma el poderoso despliegue de la gran crisis que atraviesan los pueblos del Magreb árabe. Tan medular es porque toda la estructura del poder político y militar de los más de cincuenta Estados nacionales de África están totalmente diseñados a imagen y semejanza de la estructura del poder político y militar de dominación imperialista norteamericana-europea, para someter a los pueblos bajo términos de una dictadura de clase capitalista eterna, especialmente los del Magreb por estar en la zona del mar mediterráneo.  
El tercer factor de gran contradicción del conflicto en la región del Magreb, cual lo constituye el carácter propio, primero, de sus variadas organizaciones institucionales –patriarcales que denominan “anárquicas” o de las “jefaturas”- con modos distintos de producción y de vida; segundo, el añadido y entremezclado occidental  de las estructuras de dominación de clase de esos pueblos constituidos generalmente por los más pudientes en los mandos políticos y económicos de propietarios privados, en el que se incluye el nacionalismo panafricano y, por excelencia, panárabe, muchos desviados como fundamento de respuesta ideológica cultural contra la invasión de  dominación imperial capitalista, y que luego se han puesto servilmente a favor de dicha dominación, como fue el caso de Hosni Mubarak con su procedencia nacionalista-nasserista. Este factor de contradicciones constituye un extraordinario y rico complejo de emanaciones mentales en los que cada pueblo como unidad nacional se ve en la situación de ser el representante múltiple de lo africano, y en este estado de coyuntura histórica, a su vez, cada individuo también lo es, sin poder llegar a situarse en el contexto de su propia racionalidad histórica de pueblo no limitado por fronteras.
Este hecho del desarraigo con tan pronunciada carencia de un sentimiento ancestral de patria grande es tan determinante que, por ejemplo, ante las perversas manipulaciones de la corporación multinacional Royal Dutch Shell, luego de lograda la independencia de Nigeria, el general Ironsi que era de la tribu de los Ibos –quien había dado un golpe de Estado en el que murió Abubakr T. Balewa , jefe del partido NPC-, persuadido de crear un fuerte sentido de solidaridad nacional, intentó la unificación nacional de Nigeria, y más bien despertó un movimiento de rechazo y de odio de los otros grupos tribales manipulados por el grupo Shell/BP (los yorubas, los Hausas, los Angas y los Fulani) contra los Ibos, que se extendió con la cruenta guerra de Biafra hasta llegar a su separación definitiva como Estado independiente en 1967, lo buscado y logrado por la multinacional Shell/BP.
Así también ocurrió con el movimiento los “Mau Mau” de la tribu los Kikuyu en Kenya quienes, en principio, utilizando antiguos rituales para determinar un rechazo total a las formas sociales y religiosas europeas, se enfrentaron férreamente contra  dichos blancos europeos y al final, por la manipulación de los europeos a otras tribus contrarias a los Kikuyu, el enfrentamiento se tornó sólo entre negros africanos, y únicamente 95 europeos murieron en el proceso; en tanto, 11.503 Kikuyu fueron asesinados, y unos 165.000 de los mismos Kikuyu fueron detenidos y sometidos a brutal represión. Cabe observar que los Kikuyu eran muchos más conscientes de su situación y condición histórica que quienes como africanos los enfrentaron defendiendo a los europeos. He aquí el síndrome árabe- africano.  
Por eso, ante esta indiferenciabilidad, digamos, psíquica-occidental de los jefes tribales, el panafricanismo en el cuerpo del nacionalismo no ha encontrado norte fijo. Desaparecidos Jomo Kenyatta de Kenya,   Nkrumah y Cabral, con la muerte de Nasser y el lamentable abandono –por  ceder a la enorme presión ejercida por el imperio- del corone Gaddafi, el nacionalismo árabe no tiene norte hacia el cual dirigirse en su desarrollo de cuerpo teórico y práctico de liberación africana. La representación del yihad cual “guerra santa” tiene mucho más de negocio político CM (Corporation Military) que se presta al servicio de cualquier postor del imperio, al mismo uso de alqaeda creada por la CIA. Y en el plan espiritual la única esencia de referencia mental que les queda es la del Islam de la izquierda, que es el caso de Irán como así en otras expresiones nacionales del Medio oriente. El imperialismo norteamericano-europeo ha desvirtuado y pervertido las luchas nacionalistas y de liberación de los pueblos árabe-africanos, como así lo ha hecho en todos los planos geográficos del planeta con los movimientos de izquierda revolucionaria.
Por eso he allí que, en general,  el Islam como pie espiritual de los pueblos africanos, también como el nacionalismo, se encuentra oscilante entre seguir el camino de la liberación o el de la opresión colonizadora occidental de sus gobiernos, como es el caso del de arabia saudita e incluso regresar al viejo estilo de servidumbre directa a occidente, que es el caso de los sanusíes en Libia, reminiscencia de cofradía musulmana tribal, la que responde a los imperialistas occidentales. Precisamente, en esta forma extraña en el pasado, manteniendo su postura pro-occidental y obedeciendo al imperio norteamericano-europeo,  en el marco de las relaciones exteriores, el rey Idris, a quien Muammar Gaddafi sacó del poder, ayudó a los combatientes nacionalistas de Argel para que obtuvieran su independencia del coloniaje francés.
Sobre ese terreno contradictoriamente complejo, movedizo y confuso por lo conflictivo en plan de contradicciones sistemáticas propias del capitalismo, se asienta la gran crisis múltiple de Túnez, Egipto, Bahréin, Marruecos, Argelia, etc., gran crisis que, con la perversa manipulación imperialista mediante su desinformación mediática, apunta con el mismo sentido de la dominación imperial, a  resolverse momentáneamente –como lo están buscando los europeos y norteamericanos- con la invasión criminal de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y otras contra la República de Libia y, especialmente, contra Gaddafi, para apoderarse de sus recursos y repartírselos como producto de botín, entre hampones.                                        
En este terreno vale la pena recordar algunos hechos muy importantes, entre los que destaca la participación estelar del Coronel Muammar Al Gaddafi con anterioridad.
A finales de la década de los años sesenta, en 1969, exactamente, cuando Muammar Al Gaddafi accedió al gobierno de Libia mediante un golpe de Estado que él dirigió contra el rey Idris I, quien antes fuera jeque y emir de Cirenaica, y a quien por su colaboración con los aliados en la Segunda Guerra Mundial, la ONU concedió la independencia a Libia dejándola en sus manos cual Reino de Libia. Para entonces, eran las compañías multinacionales extractoras del crudo las que imponían los precios del petróleo, cual el Mercado Spot, mercado que tenía una hegemonía imperial tal que todos los Estados nacionales tenían que arrodillarse a sus pies. Desde luego, este es un hecho que hoy no se recuerda para nada, porque la guerra sucia de los medios de comunicación del imperio intenta borrarlos de la memoria histórica de los pueblos.
Por supuesto, Gaddafi como joven oficial era nacionalista de izquierda y admirador de Gamal Abdel Nasser, a quien intentó seguir en su pensamiento revolucionario. Al respecto, al tomar el gobierno en Libia, procedió a realizar una serie de medidas de corte revolucionario y de liberación anticapitalista para la época, entre otras: promulgó una Constitución provisional e instaló un Consejo de la Revolución del que era presidente; nacionalizó la banca y el Estado se reservó 51% de las acciones. Con la amenaza de retirar las licencias de explotación de las compañías multinacionales que operaban en Libia, logró rescatar por primera vez  y de manera ejemplar para todos los países sometidos a opresión imperialista,  el derecho del Estado libio a determinar los precios de su petróleo.  A mediados de 1973, nacionalizó 51% del capital de todas las compañías extranjeras que operaban en el país. A este respecto, hago la observación de que esa medida tomada correctamente por el Coronel Gaddafi constituye una pauta de nacionalización y liberación nacional contra el capitalismo muy importante a seguir por cualquier país en su propio estado de transición hacia el socialismo, como es el caso de Venezuela. El Coronel Gaddafi Instó también, en plan de soberanía nacional plena, a los gobiernos de Inglaterra y los Estados Unidos a que retiraran sus bases militares enclavadas en territorio libio. Se confiscaron los bienes de aquellos magnates italianos e israelíes que habían abandonado el país después de 1961. Luego, conjuntamente con Nasser, el Coronel Gaddafi intentó construir la unidad geopolítica de la nación árabe (panarabismo). Y así, con Siria, Egipto y Libia logró establecerse una alianza para la conformación de la Alianza Africana, ente de duración efímera. En 1981 se rompieron las relaciones diplomáticas entre Libia y los Estados Unidos. Ronald Reagan prohibió los viajes a Libia y cerró su embajada en Washington. En 1982,  el gobierno norteamericano prohibió las importaciones de petróleo de Libia y, a su vez, cerró toda exportación de producto a Libia. El 15 de abril de 1986, las ciudades de Bengasi y Trípoli fueron bombardeadas por el gobierno de los Estados Unidos, hecho en el cual murió una hija menor de Gaddafi. También fueron bombardeados los aeropuertos de Trípoli, los cuarteles de Al Aziziyah, sede de las fuerzas aéreas, el puerto militar de Sidi Balal y la base aérea de Benina. En ese mismo año se produce un atentado en la discoteca “La Belle” en Berlín, Alemania, que es relacionado con el gobierno libio.
En 1988, se relaciona a dos agentes del gobierno libio con el atentado de un avión estadounidense de Pan Am, cuando sobrevolaba Lockierbie en Escocia. Murieron 270 personas, entre ellas 189 norteamericanos. En 1989, se relaciona al gobierno libio con la bomba que estalló en un DC-10 de la compañía UTA, cuando sobrevolaba el desierto de Níger, el 19 de septiembre del mismo año. En enero de 1992, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 731 que exigía la entrega de 6 acusados por los atentados ya señalados.
Dos meses después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 748 en la que se establecía el bloqueo aéreo total contra Libia y, además, embargo de armas, en tanto no se aprobara la anterior Resolución.
El 11 de noviembre de 1993, la ONU aprobó medidas de sanciones económicas contra Libia. Esta Resolución, la 883, imponía cierre de oficinas de las líneas aéreas libias en el extranjero, la congelación de sus recursos financieros en bancos extranjeros y la reducción de personal diplomático. En 1996, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la ley D’Amato-Kennedy que imponía castigo a las empresas norteamericanas o extranjeras que realizaran inversiones en el sector energético  en Libia o en Irán, o que violaran el embargo impuesto por la ONU. En 1997,
Libia inicia su programa nuclear de manera secreta. Lo asesoraba el científico pakistaní Abdul Qadeer Khan. A principios de 2004, tres ingenieros de la misma  familia de Urs Tinner, su hermano Marco y Friedrich, su padre, fueron detenidos en Suiza, acusados de entregar a Libia material destinado a la fabricación de centrifugadoras para producir uranio enriquecido. La familia Tinner mantuvo contacto estrecho con Abdul Qadeer Khan,  padre de la bomba nuclear de Pakistán y jefe de una red de mercado negro que suministró a Irán y a Libia tecnología atómica. Dos empresas suizas exportaron material a Khan para realizar su proyecto nuclear en Pakistán. Por otra parte, Urs Tinner reconoció haber jugado su papel en el caso de la confiscación del material nuclear con destino a Libia, es decir, haber sido informante de la CIA. Fuentes de inteligencia estadounidense, aseguran que Urs Tinner fue reclutado por la CIA alrededor del año 2000. Las centrifugadoras que se dirigían de Malasia a Libia fueron confiscadas en el astillero de Taranto, Italia. Este hecho llevó a Gaddafi a cancelar el programa nuclear en ese mismo año de 2004.
Hasta allí llegó la posición rebelde de Muammar Gaddafi contra el orden imperial norteamericano-europeo, aflojamiento que lo llevó a aceptar el juego de presiones de la denominada “Comunidad Internacional”, en el que sirvió como ficha de muy buena bonhomía el muy simpático señor Nelson Mandela. En consecuencia Gaddafi, en abril de 1999, aceptó que Abdel Baset al Megrahi y Al Amín Jalifa Fhemah, dos supuestos agentes de su gobierno, fueren acusados por el atentado contra la Lockerbie. En tanto ese mismo día, la ONU suspendió el embargo que se había mantenido contra Libia. Luego, en 15 de abril de 1999, el gobierno libio fue invitado a la III Conferencia Euro Mediterránea de Ministros Exteriores en Alemania, Stuttgart. En julio de 1999, la cancillería de Inglaterra anunció que, tras 15 años de suspensión, reanudaría relaciones diplomáticas con Libia. Previamente el gobierno de Libia había colaborado con Inglaterra en el esclarecimiento de la muerte de una policía británico ocurrida en las puertas de la embajada en 1984.  En el mes de septiembre del mismo año 1999, los ministros de relaciones exteriores de la Unión Europea suspendieron las medidas de restricciones tomadas contra el gobierno libio. Y en diciembre de ese mismo año, el Primer Ministro del  gobierno italiano, Mássimo D’Alema, se entrevistó con Gaddafi en la propia Trípoli, entrevista de la que surgió el compromiso entre ambos gobiernos de colaboración conjunta contra el terrorismo.
Por otra parte, en marzo del año 2001 en la ciudad libia de Sirte, se constituyó la Unión Africana; en tanto en agosto de ese año, los Estados Unidos prorrogó los términos restrictivos de la Ley D’Amato por cinco años. Y luego, pues, al mes siguiente, el gobierno de Libia condenaba los ataques terroristas contra las torres gemelas de Manhattan, producidos el  11 de septiembre. Seguidamente, el gobierno libio en 28 de mayo de 2002, resarció con 2.700 millones de dólares a los familiares de las 270 víctimas en el atentado de Lockerbie; y luego, el año siguiente, aceptó la responsabilidad civil de ese atentado. El 12 de septiembre del año 2003, el Consejo de Seguridad de la ONU levantó formalmente las sanciones impuestas en 1992 contra Libia, en la se incluían el embargo aéreo, el equipamiento de armas e industrial. En esa misma fecha, el presidente del gobierno español, José María Aznar, viajó a Libia, acompañado de una delegación de altos empresarios a más de altos miembros de su gabinete ejecutivo. Dentro de los sectores empresariales se comprendían ferrocarriles, salud, educación, alimentación, turismo, construcción y petróleo, entre otros. En ello, pues, se hicieron acuerdos entre sectores empresariales españoles con sectores estatales libios, a más de los consabidos acuerdos establecidos entre ambos gobiernos a nivel estratégico. Y al mes siguiente del año 2003, el presidente norteamericano George W. Bush, hijo de quien había bombardeado a Libia en el año 1986, hacía público el anuncio de que el gobierno de Libia se comprometía a abandonar el programa nuclear en cuanto desarrollo de armas de destrucción masiva, programa y actividades biológicas, químicas, nucleares y de misiles balísticos. Y que, en consecuencia, permitiría entrar a los inspectores internacionales sin ninguna restricción.
A principios del año 2004, el gobierno libio y familiares de las 170 víctimas del atentado contra el avión de UTA francesa en 1989, en París firmaron un acuerdo de indemnización, el cual permitió el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Francia y Libia. Al mes siguiente, el gobierno norteamericano anunció el retiro de las sanciones contra Libia. Sin embargo, ¡oh hado del gran dios con su unipotente tribunal!, apenas pasados dos meses, el gobierno de Libia fue condenado nuevamente por la ONU a pagar al gobierno de Sierra Leona por la pérdida de 50.000 personas que habían perdido la vida en un conflicto armado. La Comisión para la Verdad y la Reconciliación de Sierra Leona estableció que Libia y Liberia habían adiestrado y apoyado a los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRAU). Frente que, entre 1999 y 2001, desarrolló una acción armada sangrienta en la que cayeron las mencionadas 50.000 víctimas. Y, por tanto, Libia tuvo que pagar compensación al gobierno de Sierra Leona.
Por supuesto, el hecho anterior no privó en lo absoluto para que el gobierno de Libia fuese aceptado por la todopoderosa “Comunidad Internacional”. Efectivamente, el jefe del gobierno imperial de Gran Bretaña, Tony Blair, en persona dispendió visita al Coronel Muammar Al Gaddafi en su propia Libia a principios de 2004; precisamente en esa misma fecha la multinacional Shell anunció el establecimiento de un contrato petrolero con Libia.
En un proceso de poderosa presión económica, política, jurídica y militar que se continúa hasta 2008, el gobierno del Coronel Gaddafi logra, a costa de ceder a los chantajes y retrotraerse en su concepción política nacionalista y revolucionaria, por un lado zafarse de esa dicha presión y por el otro, “reivindicarse” en las apariencias de aquel su pasado rebelde y nacionalista ante “la Comunidad Internacional”, y, consiguientemente, logra establecer relaciones económicas y comerciales bajo términos eminentemente capitalistas con los grandes y poderosos de Europa y los Estados Unidos, dejando atrás, envuelto en la opresión del chantaje imperialista, toda aquella pasada y apasionada preocupación nacionalista por los grandes problemas que vive y atraviesa la región del Magreb árabe, como así toda la gran nación africana. Con esta “vindicación” de su pasado nacionalista ante “la Comunidad Internacional” el Coronel Gaddafi, pues, pasa por alto que él con todo, sigue siendo afectado (y no afecto) por el síndrome árabe-africano de las tribus que combatieron al Movimiento Mau Mau en su propio país, y que también estaba siendo objeto militar a ser tomado por el imperio, el que estaba envolviendo poco a poco dentro de sus redes para engullírselo con dicho síndrome. Este síndrome tiene ahora un aliciente nuevo que lo cataliza y hace más efectivo en aniquilamiento: el de la formación de la Unión para el Mar Mediterráneo (UPM) creado el 17 de julio de 2008, que propició y motorizó la Unión Europea, cual poderosa maquinaria de demolición de todo lo árabe políticamente organizado, por ejemplo, la del UMA, UPM creada por el imperialismo europeo con inmensa cuantía de capitales, tecnología y dominio geopolítico-militar de por medio. Y en cuya estructura de administración no contaba para nada el gobierno del coronel Gaddafi por no ser país “comunitario” –igual que Siria y Argel-, bien que él mismo haya sido uno de sus auspiciadores, incluso con reuniones en la propia Libia, Trípoli, como la del 11 de junio del mismo año. Precisamente en este hecho empieza la culminación de sus relaciones con el imperio norteamericano-europeo, porque el coronel Gaddafi cuestionó la selección arbitraria de los países del Magreb que integrarían la UPM y en la que incluyó a Israel, que hizo el imperio europeo, de manera leonina.  
Por esas razones, al occidentalizarse, obligado por la gran presión ejercida sobre él y su gobierno, en el plano de sus “nuevas” relaciones internacionales no tenía por qué asumir que esa “Comunidad Internacional”, tan omnipotente ella, -y que en la presencia del imperialismo norteamericano-europeo se cree la verdadera verdad de la historia- bien podría perdonarlo y que, sometiéndose bajo el cobijo de sus omnipotentes favores como aliado en “el combate contra el terrorismo internacional”, estaba libre de pecados y de temores. Por ello el coronel Gaddafi se equivocó: el imperialismo no perdona ni tiene piedad con nada ni nadie respecto a su determinación del poder por el poder, pues ya mucho antes de lo que podría ocurrir en el Magreb y en toda África, -tal como ha venido ocurriendo en Túnez, Argelia, Egipto, Bahrein, Marruecos, el Saharaui, Sudan y otros-,  él estaba condenado por el imperio, junto con Libia, Siria, Irak, Afganistán, Irán, Rusia y China.
En esto debemos recordar la intervención que tuvo el coronel Muammar Al Gaddafi el año 2009 en la Asamblea General de la ONU en la que acusó de manera desafiante la composición leonina del fuerte y que dominaba entre los miembros de esa injusta e írrita estructura del Consejo de Seguridad de esa dicha ONU y su funcionamiento en base a la ley de la ventaja en la que el fuerte impone su cometido a los países débiles. Ley del fuerte aplicable a miembros débiles de ese dicho Consejo de Seguridad y de la Organización de las Naciones Unidas mismas: el fuerte (el imperialismo) impone, manda, y el débil (los países pobres) obedece.
Más todavía, en el mes de noviembre, el día 29 del año próximo pasado 2010, el coronel Gaddafi, en la tercera Conferencia de la Unión Europea con representantes de la Unión de Estados Africanos celebrada en Trípoli, se lanzó con una posición nacionalista radical contra los países imperiales, y volvió a sacar a colación el manejo leonino de los Organismos multilaterales reclamando a su vez, la necesidad de una urgente reorganización democrática de esos dichos Organismo, a términos de desarrollar una nueva geopolítica internacional. Y por lo que, bien que se la llevó de maravillas con Rodríguez Zapatero, indubitablemente él mismo en ese momento quedó a su vez, determinado por el imperio capitalista como blanco y objeto militar a ser tomado en lo inmediato, no más allá mientras se disponían los Estados Unidos, Francia e Inglaterra y los otros países fuertes de Europa, a conformar los dispositivos de ataques legales con sus formulismos jurídicos en el seno del Consejo de los Derechos Humanos y en el Consejo de Seguridad ambos Organismos de la ONU, como así el acuerdo acerca de qué o cual país iniciaría los ataques.  Es decir, desde el mismo mes de noviembre y día que en el que el coronel Gaddafi pronunció su último discurso en el seno de la Unión Europea, él mismo se condenó imprudentemente a ser atacado de inmediato. Lo lamentable es que el coronel Gaddafi, al aparecer según pienso, en la emocionalidad de su antigua rebeldía y nacionalismo, actuó sin coordinación con gobiernos o movimientos de otros Estados; y pues, por eso, él se encuentra prácticamente solo y sin apoyo en el plano internacional, ante tan terribles circunstancias en la que la solidaridad de los pueblos desde abajo es la única fuerza que bien pudiere apoyarlo. Porque además, junto con todos los preparativos de andamiajes jurídicos en los Organismos multilaterales a partir del tinglado de la ONU, sus medios de comunicación masiva a nivel internacional se encargaron previa y rápidamente, aprovechando la gran crisis surgida en los países del magreb, para satanizar al coronel Muammar Al Gaddafi de “dictador que está masacrando al pueblo de Libia”
Incluso, ante el estruendoso tinglado vociferante del mass-media de la comunicación en términos de guerra de cuarta generación creado por el imperialismo contra Gaddafi, hay sectores de la mal denominada “izquierda socialista” que, sospechosamente, aprueban el ataque invasor contra el pueblo de Libia justificándolo con “¡Fuera Gaddafi”, calificándolo de “dictador” y aupando a “los rebeldes”, aplicando el concepto de la democracia occidental a la realidad libia  sin conocer en lo más mínimo los términos de la organización histórica de los pueblos no sólo del Estado denominado “moderno” de Libia, sino el desconocimiento total de los términos de su composición social y de su organización tribal ancestral. Téngase además en cuenta que la realidad económica y social de la vida de la población de Libia no es exactamente igual a la de Egipto, la de Túnez, ni la de Argelia, la de Bahrein, Yemen o Costa de Marfil ni la de Marruecos. No se puede medir la situación social, económica y política-jurídica de Libia en cuanto a la aplicación de derechos humanos, de desempleo, de pobreza y escasez de alimentos y bienes necesarios que no afecta a cada libio en particular, con en el mismo rasero de los demás países del Magreb y de África en general. Y, sin embargo, ese es el rasero que la tal “izquierda socialista” está utilizando para calificar la situación de Libia en lo económico-social.        
Por eso, sin embargo, detrás de todos esos hechos determinados en los que, de alguna manera, se han encontrado involucrados tanto el gobierno de Libia como el Coronel Muammar Al Gaddafi en lo muy personal en sus relaciones con las potencias occidentales –especialmente en el núcleo de poder de Europa y los Estados Unidos-, también en su mismo ámbito político, social y espiritual árabe, palpitan amenazantes la invasión de Irak, la de Afganistán, la primera y segunda Intifada, fundamentalmente esta última de Al-Aqsa con “los asesinatos selectivos” cometidos por el gobierno de Israel contra el pueblo Palestino; las movilizaciones del año 2000 en apoyo al pueblo de Palestina, la “operación Plomo Fundido” y, pues, quiéralo o no el Coronel Gaddafi, el gobierno sionista y criminal de Israel que también lo amenaza conjuntamente con Siria, Irán, el Líbano (pese a la traición de su gobierno actual) y Palestina también están presentes, repito, amenazándolo por sus pecados nacionalistas anteriores.
Es pues, todo lo árabe y, más aun, es todo lo africano como todo lo humano mismo lo que está sometido bajo la mira de ese ojo espantoso, monstruoso e impío del poder imperial norteamericano-europeo.
Por todo ello, entonces, la amenaza de invasión a Libia que planea el imperialismo norteamericano-europeo está dirigida directamente contra el Coronel Gaddafi, con un peso estratégico mucho mayor en sacarlo del medio en lo muy personal por su antigua posición rebelde y nacionalista que por el petróleo mismo y demás fuentes de recursos naturales en lo inmediato. Por supuesto que, dentro de todo esto está en juego el petróleo y otros recursos que contiene la República de Libia, pero en los actuales momentos el imperio norteamericano-europeo no tiene ningún tipo de restricción para su extracción de suelo libio. Por el contrario, para ello tienen todas las puertas abiertas con el Coronel Gaddafi como “socio” contra el terrorismo internacional. Pero en el fondo hay mucho más que eso del petróleo, repito, en lo inmediato.
Efectivamente, mientras escribo esto, en estos mismos momentos del día 17 de marzo del 2011 en la tarde, a eso de las 4,30 pm., el Consejo de Seguridad de las ONU aprobó por mayoría relativa la invasión armada contra Libia, es decir, el imperio norteamericano-europeo –utilizando además el síndrome africano del servilismo del gobierno del Líbano como así el de los que conforman la Unión de la Liga Africana y el Consejo de Estados del Goplfo,  puesto a la orden de Francia y Alemania que redactaron el texto de la Resolución, incluso, violando normas procedimentales sobre validez de sus actos-, tomó la decisión, írrita sobre informaciones falsas, de invasión a Libia, expresamente para asesinar al Coronel Muammar Al Gaddafi y a toda su familia, junto con tantísimas familias libias y africanas más. En el plano de la infrahumanidad imperial norteamericana-europea, esta condena nos depara a la humanidad la visión de un futuro terrible, espantoso, en manos de esos monstruos del imperialismo norteamericano-europeo.
Y por ello consiguientemente, en el fondo, ¿qué es lo que hay detrás de todo esto además? ¿Qué es lo que busca estratégicamente a largo plazo el imperialismo norteamericano-europeo con esta nueva guerra contra Libia, respecto a la actual fase de crisis, de recesión económica mundial del capitalismo? Vayamos por partes.
Primera Parte: El imperialismo norteamericano-europeo va por sus viejos fueros: eliminar todo vestigio del arabismo y, por excelencia, eliminar definitivamente todo vestigio de lo panafricano. Y para ello tiene que aplastar con sometimiento total toda y cualquier posibilidad de respuesta nacionalista árabe-africana. En el sentimiento árabe-africano el coronel Muammar Al Gaddafi con su acción nacionalista y revolucionaria durante los años que van desde 1969 a 2004 tiene muy fuerte presencia, como símbolo de lucha nacionalista. Y este gran objetivo de eliminar, de erradicar lo árabe-africano de raíz por parte del imperialismo norteamericano-europeo, tiene, a su vez, sus respectivas metas concretas: la toma de la República de Libia. Por eso, esta toma militar, tiene que ser signada ésta con la demolición por parte de los medios de comunicación y la propaganda de guerra, de los antecedentes nacionalistas del Coronel Muammar Al Gaddafi, presentándolo como el más “bárbaro y brutal dictador” es un hecho básico. Básico porque tanto Libia  -como anteriormente Irak y Afganistán-, junto con Irán y Siria eran, y son, puntos fundamentales del África a ser tomados militarmente.
Pero, ¿para qué esas metas de acciones militares? Pues, se corresponden con dos objetivos todavía muchos mayores en lo militar de largo plazo: Rusia y China, ambas en la mira para ser tomadas, también militarmente, previos pasos prelacionados en el tiempo.  Por cierto, los gobiernos de estos países, de la manera más sorprendentemente desprevenida e ingenua, -creyéndose grandes potencias intocables- les están abriendo el camino y poniendo en bandeja de plata su futura destrucción inevitable; las que empiezan en la ONU con sus absurdas decisiones tomadas  en el Consejo de Seguridad por dos veces, para que el súper poderoso ejército de  la OTAN actúe a placer, una contra Irán y ahora esta contra Libia. Empero, en esta primera parte, junto con Siria e Irán, la que está en el ojo del huracán como meta a ser ejecutada militarmente en lo más inmediato, es Corea del Norte, junto con Venezuela, Brasil  y Cuba. Depende mucho el juego político de las circunstancias el que decida cual es el primero entre Venezuela y Cuba respecto a Corea del Norte, dentro de estos objetivos militares.
Por consiguiente, la toma militar aplastante de la República de Libia -ya decidida como hecho a ejecutar en marcha y en horas, mientras escribo estas líneas- y la conversión de su extenso territorio en una gran base de operaciones a gran nivel de despliegue de comandos de asaltos por aire, tierra y mar, le garantizaría al imperialismo norteamericano-europeo todas las condiciones geopolíticas para ejercer un ataque despiadado contra Siria e Irán en lo inmediato. Condiciones que, a su vez, mediante la ejecución de la guerra de cuarta generación mediática a toda marcha, reforzarían en el plano jurídico-político a sus organizaciones transgubernamentales como la ONU, la Corte Jurídica Internacional, la OEA, la Unión Africana, la de Países Asiáticos y, pues, la súper poderosa Unión Europea, su poder omnipotente sobre todas las naciones de la Tierra.
Segunda Parte: En su determinación histórica,  es decir, en los términos de su condicionalidad histórica capitalista, el imperialismo norteamericano-europeo en la presencia de sus estructuras de poder de dominación de clase nacional y mundial, tan igual que aquellos otros regimenes pasados, tiene sus días contados a estas alturas de su datación de vida histórica. O sea, por los efectos-fenómenos que producen sus leyes de existencia en los términos de su desarrollo -de acuerdo con mis modestas investigaciones acerca de las características del funcionamiento de las leyes económicas productivas, financieras-monetarias y comerciales respecto a sus determinaciones de valores últimos en las resultas de su iliquidez nacional y mundial-, el sistema capitalista entró en su fase terminal de existencia no sólo como régimen político-jurídico, social-económico y científico religioso, cultural, sino como estadio histórico que cubrió un largo período de datación de vida ya de más de quinientos años, en el que las sociedades humanas se organizaron estructuralmente en sus comunidades nacionales bajo el modo de producción económica indirecta mediada por el capital. Por acción de aniquilamiento entrópico y sistemático producido por los efectos de las leyes económicas sobre el valor del trabajo humano total, el sistema capitalista llegó y cruzó  la entrada de su Punto Histórico de Máximo Crítico de su existencia y camina aceleradamente hacia su Punto de Inflexión, en el que, ya llegado allí, tiende a derrumbarse abrupta e  inapelablemente en el contenido de su estructura económica productiva de base de valores financieros-monetarios. Precisa y exactamente, la gran crisis que atraviesan y viven las naciones europeas y los Estados Unidos en sus sistemas monetarios financieros como centro medular del poderoso desarrollo del sistema capitalista mundial,  confirman estos supuestos.      
En los Estados Unidos y Europa las crisis en su explosión y expansión recurrente, contravienen todas las concepciones más sólidas del conocimiento económico capitalista, expuestas por los economistas y expertos como hechos de resolución eventual para adecuación y atemperamento de dichas crisis, cuales son, entre otras:
a.-  El problema de la Confianza.
b.-  El problema de la Liquidez.
c.-  El problema del Equilibrio.
d.-  La total independencia y autosuficiencia de la empresa de capital privado respecto al Estado.
 Obviando las regularidades sobre leyes y procesos que explican las causas fundamentales de las crisis económicas y monetarias-financieras del sistema capitalista, los componentes esenciales de la aparición de esas dichas crisis económicas, bien en zonas regionales particulares o bien cubriendo áreas muy extensas a nivel de varias regiones del planeta en el curso de estos últimos  doscientos años y, en especial, en estos últimos ochenta años con sus pronunciamiento agravados, tienen que ver, fundamentalmente, con los movimientos interpuestos y superpuestos del dinero-capital con sus relaciones de costos-precios múltiples e integrados en la gigantesca y dual corriente de mercancías-dinero y dinero-mercancía y las respectivas acumulaciones de ganancias que dejan como resultado. Las relaciones múltiples entre grupos de mercancías en su triple representación de dinero-precio-mercancía  en la corriente de insumo-producto y como mercancía-dinero-precio en cuanto bienes intercambiables que Carlos Marx descubrió, contienen dentro de sí, además de lo ya descrito por el descubrimiento de Marx, por términos de economía de producción indirecta, los elementos que destruyen el valor real del trabajo humano total, incluido el trabajo del capitalista, a expensas mismas de la explotación y expoliación del trabajo con la generación de más altas tasas de plusvalía para el capital, incluso fuera de la plusvalía misma, y por tanto este último aspecto del carácter no productivo del capital, desdicen los términos de los enunciados económicos respecto a los equilibrios (ley) de sus agregados monetarios y los términos fijos de sus valores reales en  disminuciones, cual “inflación oculta”. Las crisis, pues, tienden a extender y a profundizarse en términos de una y gran crisis general que, llegado un momento tal, Punto Máximo de Inflexión, toda la estructura económica productiva real se desplomará, de manera simultánea, tanto en Europa como en los Estados Unidos.
En otros términos, tal como lo señalo en mi obra inédita y de pronta publicación, VIDA O MUERTE/La Gran Disyuntiva de la Humanidad Frente al Sistema Capitalista:
la máxima altura del desarrollo alcanzado por el sistema capitalista general en la actualidad –con dominancia absoluta sobre las vastas poblaciones y los recursos del planeta por parte de las estructuras de poderes de dominación de clase del imperialismo norteamericano-europeo-, en la presencia y cuerpo de sus zonas de más altas industrializaciones y concentraciones de riquezas monetarias financieras in crescendo de manera indetenible en su plan de ganancias, a su vez en dichas zonas, se constituye en ellas el Punto Máximo de Inflexión Histórica del sistema capitalista mundial.
Por una serie de regularidades (principios) propias de la estructura económica, política-jurídica y militar del régimen capitalista, la vida de la humanidad toda sobre el planeta atraviesa por un punto de rotura histórica y se encuentra en grave peligro de ser bañada en guerras a altas escalas sobre el planeta. Empero, con la ley de Malthus del crecimiento exponencial de la población sobre el planeta, los términos de la expansión y alejamiento reducido del decrecimiento productivo económico (ley de los rendimientos decrecientes) de los bienes necesarios para el mantenimiento de la vida de las población y sus distribución mediante el mercado en términos de la demanda efectiva, respecto al reclamo cada vez más compulsivo de millones de seres humanos hambrientos sobre el planeta, en los términos del “equilibrio” de las contradicciones entre producción económica y satisfacción de necesidades sociales, por el principio del problema múltiple de la económica capitalista (Adam Smith Las Riquezas de las Naciones) que funciona con la ley de Malthus, la solución única y determinante del sistema capitalista es la guerra de exterminio total contra la población. Este es el fatal drama que impele al imperialismo norteamericano-europeo a apelar a la guerra total como su único medio de salvación histórica. Por eso lo antes dicho de que la vida de la humanidad toda sobre el planeta atraviesa por un punto de rotura histórica y se encuentra en grave peligro de ser bañada en guerras a altas escalas sobre el planeta.  Y ante tan irremediable situación –en la que la iliquidez crece explosiva con los términos explosivos de la inflación en la medida que pasa el tiempo, y se sobrepone a los términos del equilibrio monetario-financiero internacional-, el imperialismo norteamericano-europeo tiene en consecuencia que asegurarse a toda costa, todos los medios y recursos del planeta, fuera y aparte de la economía misma, eliminando con la agresión y la violencia todo tipo  de  competencia con las otras grandes naciones en desarrollo –Rusia, China y Brasil.
En el fondo, la contradicción capital financiero, respecto a capital productivo, marca la pauta para las apariciones cada vez más recurrentes de los déficit de liquidez que afectan la relación divisa/balanza de pago inmediato de Europa y de los Estados Unidos. Cual es más pronunciado en pérdida de valor monetario individual nacional, en la medida que aumenta la expansión de la gigantesca masa del capital financiero de los países en que se concentra dicha masa. Y por eso, tal como lo señala el Informe del Fondo Monetario Internacional, mayo de 2010:
La profunda crisis financiera que sucedió al colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008 tuvo un efecto negativo sustancial en la economía internacional, y el producto mundial cayó 1/2% en 2009. La crisis asestó el golpe más duro a las economías avanzadas, que tuvieron que enfrentar una grave contracción del crédito, balances maltrechos y un desempleo creciente, a lo que se sumó una disminución del producto de 3,1/4% en 2009. La crisis se propagó rápidamente por el mundo entero a través de una serie de canales: el comercio internacional se paralizó, los capitales dejaron de circular y las remesas se redujeron. Cuando la turbulencia amainó fue posible constatar que varios mercados emergentes y países de bajo ingreso se habían visto sumamente afectados por la peor crisis internacional en más de 60 años.

En ese mismo Informe del Fondo Monetario Internacional, se dice que el valor de la masa monetaria mundial disminuyó en unos 400 mil millones de dólares. Como se señala en una nota (la Nº 2, página 41) de La Inevitable Colisión, de Hugo Stephenson, 1972, en la publicación Survey of Current Business, del Departamento de Comercio de los Estados Unidos se publican regularmente estudios estadísticos sobre las inversiones y sus resultados, sin embargo, uno de los problemas es cómo asignar un valor a las sucursales de propiedad exclusiva en países extranjeros… Los estadísticos se ven por ende obligados a referirse a los “valores contables” (del momento), en montos asentados en el balance que normalmente subestiman el verdadero valor actual de la inversión. Desde luego, en esta subestimación del verdadero valor asentado en libros presentados en los informes de la publicación Survey of Current Business se encuentra quizás una de las grandes contradicciones, irresolucionables además, del sistema capitalista. El que pues viene siendo, en sentido general para cualquier inversión un hecho sumamente importante que no se advierte en la gran ley de homogeneización del valor de todas las inversiones que se realizan y se mueven en el mundo conformando las estructuras económicas productivas y financieras-monetarias de los distintos naciones. Por ello, la gran crisis de iliquidez que afecta a los países europeos y a los Estados Unidos en sus productos internos brutos, respecto a sus deudas, tiene su medular epicentro exactamente allí en la determinación del valor real de la moneda (frente a su valor nominal), sobre todo en las monedas patrón, el dólar y el euro. Aclaro que este hecho es una de las propiedades básicas de la economía de producción indirecta para la formación y recomposición de los capitales a altas intensidades, la que hace abstracta a la producción económica industrial, y a la que llega a sustituir por un lado, por la formación de capitales abstractos, de papeles  (bolsas), y el de producción de dinero inorgánico, en el que se incluye el de la modalidad hecha por la máquina de fabricar dólares de la Reserva Federal; y por el otro, el de la creación de dinero-capital sucio, en el que se incluye el del narco-tráfico.  Y este es el punto en el que se encuentra la economía capitalista, en el que la formación abstracta de capitales resquebraja y demuele las bases de producción directa real producida por el trabajo humano total, y, de manera inapelable e irremisible, le lleva a su derrumbamiento definitivo, en la medida que crece y se expande la masa manetaria del capital.      
Y por lo antes dicho, mal que tanto los centros económicos financieros de Europa y los Estados Unidos presentan una situación harto desesperadas, con la Resolución en la que se ha establecido con “criterio jurídico legal” amañado de la “Comunidad Internacional” la invasión a Libia,  y en la que China –quien presidió la reunión- y Rusia se abstuvieron de manera cómplice, al imperialismo norteamericano-europeo todo se le presta sumamente fácil a su rábido y criminal juego de guerra como único medio de salvación ante esa su gran debacle financiera monetaria estructural imparable, porque además sabe apreciar los alcances de su más serio y peligroso competidor en la dinámica económica mundial y en los planos de la producción de armamentos nucleares y la más extraordinaria compactación de fuerzas militares con las que cuenta a la hora de un enfrentamiento a gran escala, mucho más que Rusia, China. Al respecto, en primer lugar, China en el año 2007 llegó a sobrepasar el 50% aproximado del consumo de cemento y 30% aproximado de la producción del carbón mundial, y de igual manera utilizó una altísima proporción porcentual del consumo del petróleo y otras formas de energía y otros factores de producción a grandes escalas. Y para más, el uso y aplicación de todos esos recursos y medios de producción aumentan en la misma cuantía del aumento de las necesidades de la economía china año tras año. De manera que a ese ritmo de crecimiento acelerado de los factores de producción, a China se le impone cada vez más una necesidad perentoria de tener acceso a las más grandes fuentes de energía, fundamentalmente el petróleo. Y de ahí la gran importancia que tienen las inversiones en África y América Latina, fundamentalmente en Libia y en Venezuela. Pero ahora el cuadro le cambia desfavorablemente a la República Popular China en el Medio Oriente, porque en el caso de las inversiones chinas en esa región, éstas en las prioridades de combustibles fósiles del mar Caspio y el Golfo Pérsico, a la larga, en términos de su competencia económica con los Estados Unidos y la Unión Europea, se les atascarán en manos de dicho imperio norteamericano-europeo. Con las guerras de Irak y Afganistán el imperio ha logrado su cerco de seguridad con sus bases militares y, por supuesto, ya ha instalado sus empresas con intereses exclusivamente estadounidenses. De manera que con la toma de Libia, la estructuración del poderoso anillo cubriría todas las costas del Mar Mediterráneo, el Canal de Suez, el Mar Arábigo y el Golfo Pérsico; y con sus bases en Irak y en las costas orientales de Arabia Saudí, pues, rodearía a Irán. Y a la larga, China tendría total impedimento de acceso a las fuentes de petróleo de esa región, lo que la ahogaría cada vez más el marco de sus necesidades crecientes de energía. Además,  téngase muy en cuenta que Venezuela está en la mira como objetivo militar a ser tomado por el imperio, y en esto las tensiones el imperio las acrecienta por frentes múltiples, creando a su vez todo tipo de presiones a lo interno de los distintos países exportadores de petróleo.
Por otra parte, la toma de Libia es un golpe mortal contra la OPEP, cual es desde 1973 uno de los objetivos políticos-militares a ser destruido y tomado por el imperio, cuando hicieron aquella famosa clasificación del mundo en “Primer Mundo”, “Segundo Mundo” y “Tercer Mundo”. La OPEP, junto con Libia tomada y desmantelada, es la recuperación de la hegemonía mundial de las transnacionales sobre los recursos naturales energéticos y bienes de los países pobres y débiles. De manera que a todos aquellos países de economía emergente como China y Brasil se les cerrarán totalmente las puertas compulsadas por las acciones negativas del capital multinacional y la geopolítica del imperialismo norteamericano-europeo. Las ventajas económicas competitivas de los países emergentes China y Brasil hoy, en muy poco tiempo del futuro, el imperio norteamericano-europeo las emparejará y superará con los operativos de invasiones y de asaltos a mano armada.    
 Así, “el Primer Mundo”, el de la Trilateral –los Estados Unidos, los siete de Europa y Japón (aquella época)-, con ese perverso marco de intencionalidad geopolítica, fijó los objetivos militares a ser tomados hace treinta y siete años atrás: el Segundo Mundo –el de la ex Unión Soviética (hoy Rusia), China, Corea del Norte, Cuba, etc.-,  y el Tercer Mundo (el mundo africano).  América Latina (Brasil-Venezuela-Cuba)   –la que no incluyó dentro del Tercer Mundo-  y la OPEP. Así pues, en el marco hirviente de las recensiones económicas, las inflaciones y los paros de desempleos de grandes masas trabajadoras tanto en los países de los más altos desarrollos capitalizados de Europa y los Estados Unidos, como en los más pobres, con diferentes actores, el mismo plan de guerra total imperial se ha venido cumpliendo a través de las décadas; y, por las consecuencias ya predecibles del resquebrajamiento de la estructura económica mundial en la de Europa y los Estados Unidos, la disposición de guerra total con exterminio masivo de poblaciones enteras en el mundo, pone en gravísimo peligro a la humanidad entera sobre el planeta.
Por esas razones, China, así como Rusia, y ambos a la vez, han venido cayendo mansamente en la trampa que les ha venido tendiendo el imperio-norteamericano-europeo, como aquellos  corderitos de Panurgo del cuento de una de las novelas de René de Chataubrand, que entraban al agua, al mandato del lobo disfrazado de pastor, uno tras otros y se ahogaban. Así, como mansos corderos que marchan hacia el ahogamiento de todas sus posibilidades de desarrollo económico-social, geopolítico, jurídico y militar en el orden mundial, están cayendo en la estrategia envolvente que les está tendiendo el imperialismo norteamericano-europeo. China tiene que tener muy presente que –independientemente que sea miembro del Consejo de Seguridad de la ONU- para el imperio norteamericano-europeo, la República Popular China cae dentro de los términos de la definición de Pueblo de la Resolución 1541, dada para aquellos países sometidos a estatuto jurídico de dominación imperial.   
Y recuerden gobiernos de las Repúblicas de Rusia, Brasil y China, así en este mismo orden: ustedes, gobiernos y países están en la mira -a la larga y poco a poco en la medida del desgaste estratégico de sus fuerzas económicas y políticas-militares en el ámbito internacional- ahogadas poco a poco por la guerra del imperio, sino actúan en contrario y en defensa de la humanidad de los pueblos, ustedes  van a ser cercadas, acosadas, atacadas,  destruidas y tomadas como objetivos militares del imperio norteamericano-europeo. Por último:
En la Hora Crucial y de Grave y Extremo Peligro para la Humanidad. ¿Qué Hacer?
Teniendo en cuenta que los Estados Unidos y Europa cuentan con un arsenal de variadas armas de destrucción masiva y con precisión de largas distancias tales que, entre ambas potencias poseen bombas que van: a) De penetración en refugios subterráneos; b) Con despliegue de destrucción total de objetos de superficie en un radio de 15 a 240, en el que no queda absolutamente nada, entre ellos el tipo de los tomahawk y otros; c) Bombas de destrucción y pulverización total con potencial de 1 Kilotón (Kt, mil toneladas de TNT) y 1 Megatón (Mt, un millón de toneladas de TNT). Del tipo b, los Estados Unidos y Europa cuentan con alrededor de 3000 millones de bombas. Y del tipo c, ambas potencias cuentan con alrededor de más 50.000 Mt, habida cuenta que para el año 1989 solamente los Estados Unidos contaban con 20 mil bombas Mt.
De manera que, en las consideraciones de sus expertos, si en tres puntos distintos del planeta se concentran ataques simultáneos con bombas a nivel destructivo de 10 mil megatones, crearían lo que ellos denominan “una nube negra”, tal que al mediodía del día más claro, no se vería el más mínimo rayo de la luz del sol. Y entonces desaparecería todo vestigio de vida sobre la Madre Tierra. Este hecho tan horriblemente espantoso, nos permite afirmar en la más modesta simplicidad de razón humana, que estamos siendo regidos por unos seres monstruosos. Seres de la más alta perversidad criminal, capaces de todo. Y por ello, como bien se sabe, el gobierno norteamericano en la presencia de Barak Obama, Robert Gates, Hilary Clinton y las del Comando General del Ejército y la CIA, conjuntamente con los gobiernos de Inglaterra (Roy Cameron), de Francia (Zarkosy), España (Zapatero y el rey Juan Carlos de Borbón) Alemania (Ángela MerKel) y otros entre ellos George W. Bush, están incursos en asesinatos masivos en Irak y Afganistán. Y ahora en Libia, además, están incurso en delito de asociación para delinquir, y asesinatos por asalto a mano armada con agavillamiento mediante sus ejércitos. La vida de los nueve niños asesinados cobardemente por sus ejércitos, madres y familiares, conjuntamente con las madres de todos los pueblos del mundo, reclaman aterrorizadas que esos gobernantes asesinos, monstruos violadores cometedores de crímenes de lesa humanidad, sean juzgados no por aquellos sus organismos internacionales, sino por los nuevos que, en lo inmediato y sobre la marcha de los acontecimientos, tienen que fundar y establecer los pueblos de la tierra.
La Organización de las Naciones Unidas ya  ha demostrado con sus ejecutorías hechas con anterioridad con la invasión de Irak,-la que los Estados Unidos hizo por su cuenta y riesgo, y  que no sancionó y con la invasión irrita  de Afganistán y otras-, que no merece el más mínimo respecto como institución de organización de los pueblos. Ha demostrado abiertamente con sus ejecutorías reprobables y espernibles, que es un Organismo multilateral de delincuentes y criminales consuetudinarios; los que se han organizados malsana y perversamente para invadir y depredar con infrahumanidad a los distintas naciones del mundo y apoderarse de sus riquezas y territorios.  En este sentido, ya las más de 182 naciones del mundo no deben callar y soportar pasivamente la acción infrahumana del hamponato y agavillmiento de esos vulgares delincuentes de alta ralea imperial, que, incluso, en estos momentos ya se han robado las reservas internacionales de Libia depositadas en bancos de esos países asaltantes. Por el contrario, los distintos pueblos de la tierra tienen que denunciar esa Organización multilateral de criminales y deshacerla, desmantelarla y, consiguientemente, en lo inmediato, ponerse a constituir un Consejo Mundial de Naciones de la Tierra, que responda a la filialidad del alma humana de las naciones y de los pueblos; o, para todo caso, constituir y establecer alguna otra institución mundial de igual naturaleza. Hay que crear un movimiento de respuesta mundial de liberación ética, moral y de humanidad de los pueblos.     
China y Rusia, -cuando con su voto negativo hubieren parado la acción de guerra criminal en marcha- han convalidado de manera indolente e irresponsable el ataque de destrucción masiva y de muerte contra no sólo el Coronel Gaddafi y su familia, sino contra los seis millones de habitantes del pueblo de Libia. Han cometido un gravísimo error contra su propia historia y existencia de pueblos, porque con esa abstención cómplice convalidaron, de la manera más desprevenida, la continuidad de una estrategia política y militar envolvente a escala planetaria, la que a la larga perjudicará notablemente tanto China como a Rusia y a las demás naciones de la Tierra. China, Rusia y Brasil, con su abstención cómplice en el seno del Consejo de Seguridad de la Organización de la Naciones Unidas -  representantes que firmaron sin imaginarse siquiera que sientan el precedente para que esa misma aplicación sea usada en lo posterior contra sus mismos pueblos- son responsables históricos de todas las muertes que haya en ese ataque cobarde y asesino contra el pueblo libio y todas aquellas muertes que en el Medio Oriente puedan ocurrir en esa región y en el África en lo adelante. Rusia, Brasil y China, conjuntamente con los Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Italia, y todos los demás miembros permanentes y rotatorios del Consejo de Seguridad,  están obligados a responder a los pueblos de las naciones del mundo por esa guerra criminal con todas sus consecuencias fatales de destrucción y muerte masiva.
Brasil y China, como naciones que sufrieron el proceso de colonización e invasión impía y humillante europea, están obligados a oponerse a esa guerra contra el pueblo de Libia y a toda guerra. Están obligados sus gobiernos a velar por la seguridad y el cuido de la vida humana sobre el planeta. Están obligados a vindicar, a dignificar la vida de sus pueblos, conjuntamente con la dignificación de la vida de los demás pueblos de la Madre Tierra.
China, Brasil y Rusia están obligadas a volver sus ojos de humanidad sobre los pueblos oprimidos, asediados y expoliados por el capitalismo invasor, colonizador y explotador de sus corporaciones multinacionales y la impía dictadura de clases de la estructura de poderes del imperialismo norteamericano-europeo, que se ha entronizado sobre los pueblos mediante la ONU, su Consejo de Seguridad y la OTAN, de sus ejércitos y armas de destrucción masiva y a larga distancia. Rusia y China, sus gobiernos, no deben ni pueden permanecer impasibles e indiferentes ante el aniquilamiento sistemático e infrahumano de la humanidad de los pueblos, realizado por esos monstruos despiadados de los gobiernos norteamericano-europeos.
Rusia, Brasil y China tienen que incorporarse con sus acervos libertarios a la más hermosa tarea de humanización de los pueblos de la Madre Tierra y la del mundo. Por tanto, tienen que desconocer a la Organización de las Naciones Unidas como institución mundial de representación de las naciones, la que por el contrario como ya lo hemos señalado, solo sirve a intereses de aquellos gobiernos criminales de países colonialistas e imperiales que han depredado a los otros pueblos y naciones de África, América, Asia, y Australia-Oceanía. Necesaria es realizar una acción urgente de solidaridad y apoyo con el pueblo de Libia. Apoyo incondicional ante tan terrible acción de crímenes y asesinatos masivos contra nuestros hermanos de Libia, como así a todos nuestros hermanos de África que están en la mira ante tan brutal e impía acción imperialista norteamericana-europea, como son también en lo inmediato Siria e Irán. Para ello pues, desde abajo, desde las entrañas mismas de los pueblos en lo masivo de muchedumbres, debemos crear instrumentos políticos, jurídicos y sociales-culturales de enlaces diversos para nuclear a los pueblos y naciones de los distintos continentes, como así crear los mecanismos institucionales para realizar respuestas de acciones concretas contra los gobiernos y estructuras de poderes de dominación del imperialismo norteamericano-europeo.
A los efectos, la propuesta anterior de crear los instrumentos políticos,  jurídicos, etc., como también los mecanismos institucionales respectivos, tiene que ser conjugada por una estrategia general de acciones que confluyan, para cada ejecución táctica en lo particular de cada aspecto nacional, a) En la Reorganización y Unificación del Movimiento Revolucionario a Nivel Mundial. b) El establecimiento de una Línea de Acción de Racionalización y Regularización de las luchas y enfrentamientos sociales humanos sobre el planeta, en términos y en función de humanidad.  El movimiento revolucionario a escala mundial, ante las manipulaciones y perversiones de deshumanización sistemática estructurada histórica del imperialismo norteamericano-europeo, tiene que rescatar los principios básicos de humanidad de los pueblos. En ellos amar y cuidar la vida de nuestros semejante; el de bondad, generosidad y de solidaridad entre las gentes y las naciones; el de correlación de fuerzas entre factores y fuerzas sociales distintas y de complementariedad entre naciones, entre otros principios.  
Los pueblos, las naciones de América Latina, Central, del Caribe y del Norte (los Estados Unidos y Canadá); los pueblos de África, los pueblos de Asía, de Australia y Oceanía, están impelidos, obligados, a unificarse en una sola acción de lucha y combate por salvar la vida de la humanidad toda ante tan terrible amenaza. Los pueblos del mundo tienen, tenemos que unirnos en un solo y único canto de amor, de familia humana única, por  la vida de las especies animales y vegetales, por la existencia de las  aguas, de los ríos y de los mares, por la existencia del aire, del viento con su silbo en el follaje, de la madre Tierra, del planeta en su vibración cósmica,  en su viaje estelar en torno al Universo.
                                      En fe de afecto revolucionario de siempre,

                                                      Pablo R. Carvajal R.
                          Coordinador General de América Libre y Socialista
             (Proyecto de Estudio e Investigación en Función de Humanidad)
                                         Correo: pabloc43@yahoo.es

Caracas, 18 de marzo del 2011