Pablo R. Carvajal R.
En principio,
este documento primero, lo redacté el mismo día en que fue tomada la decisión
de la Resolución
1973 por los miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las
Naciones Unidas. Y en segundo lugar este documento lo envié en lo inmediato a los presidentes de los
gobiernos de Rusia y de China, como así de Brasil, -mediante sus embajadores
aquí en Venezuela-, gobiernos cuyas representaciones se abstuvieron con sus
votos en el seno de la reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las
Naciones Unidas, realizada el 18 de marzo del 2011, en la que ese Consejo de
Seguridad criminal aprobó el asalto de invasión armada contra la soberanía y
vida del pueblo de la república de Libia. Y como les expongo a los embajadores
de Rusia y de China en comunicación enviada, el objeto de este documento es una
advertencia a dichos gobernantes sobre graves amenazas y riesgos de pérdidas de
posiciones estratégicas a largo plazo ante el imperialismo
norteamericano-europeo, implícitas en esa decisión de abstención desafortunada
de parte de sus gobiernos actuales. También, a manera de notificación, se lo he
enviado al camarada presidente Hugo Chávez y a la cancillería de Venezuela, a
los objetos.
Por lo demás,
lo impactante a la conciencia humana es
la indiferencia e indolencia, pusilánime y cómplice, de la gran mayoría de los más de 180 países
pobres del mundo agrupados en la ONU, que guardan silencio cobarde ante ese
bombardeo y matanza despiadada y descarada del imperialismo
norteamericano-europeo contra el pueblo de Libia, como así contra Irak y
Afganistán. Y de ello, ¿Qué posibilidad tienen esos mismos pueblos o naciones
que guardan tan cobarde silencio, de no
ser invadidos y atacados militarmente
por ese imperialismo norteamericano-europeo que se cree dueño absoluto de las
naciones, del planeta y del mundo?. Guardar silencio complaciente y cobarde
ante quienes irrespetan y violan el derecho a la vida independiente y soberana
de las demás naciones y los pueblos, es grabar y guardar en el sí mismo de su
alma su espernible y envilecida muerte.
La gran crisis que estremece
al Magreb árabe -y la que, en el fondo, se corresponde con la de todo el gran
continente africano-, a nuestro juicio tiene tres grandes contradicciones
componentes las que, entremezcladas históricamente, revientan de forma
incontenible e inevitable en plan de soluciones conflictivas con agresiones y violencias justas e injustas
que no presentan soluciones estables para esos pueblos. Esto es, violencias justas, de liberación, de las
grandes mayorías de pueblos explotados y oprimidos como alternativa única de
respuesta ante las agresiones y violencias de los gobernantes explotadores y
opresores nacionales y extranjeros occidentales, las que, a su vez, son tomadas
por las estructuras de poderes mundiales del imperialismo
norteamericano-europeo para ejercer más acciones de agresión y de violencia
contra esos pueblos, y ese es el caso de la estrategia de la lucha contra “el
Terrorismo Internacional“ como doctrina del imperialismo capitalista. En esto
exponemos en nuestro parecer cuáles son los tres supuestos factores componentes
históricos de la mencionada crisis de los pueblos africanos que revienta con la
del Magreb árabe, y que concluye, como solución estratégica inmediata del
imperialismo norteamericano-europeo, con la invasión contra el pueblo y
gobierno de Libia, y que apunta a su vez, directa e inmediatamente, contra
Siria e Irán, para luego ir contra Rusia y, en su parte más mediata del siglo
XXI, contra China:
1.- Uno es el estado y condición de depauperación
histórica de la vida de los grandes contingentes poblacionales del continente
africano, con desempleo, miseria, hambrunas y enfermedades masivas crecientes. A
este factor condicional de la vida general de los pueblos no escapa ninguna de
aquellas naciones del Medio Oriente ricas en recursos naturales, entre ellos el
petróleo, con excepción de Libia.
2.- Otro factor de contradicción es el de la invasión
histórica de las estructuras de poderes de dominación del capitalismo. Invasión
militar y política de la cultura occidental con depredación territorial y
mental de esos pueblos, la que ha influido de manera directa y determinante en
cuanto a las formas de la organización institucional jurídica-política del
Estado y la sociedad africana, determinando el estado de miseria y
depauperación económica creciente con explotación y expoliación capitalista de
la vida de esos pueblos como un hecho inevitable de sus vidas.
3.- Y el último lo constituye el carácter propio,
primero, de sus variadas organizaciones institucionales –patriarcales que
denominan occidentalmente “anárquicas” o de las “jefaturas tribales”
constituidas por familias patriarcales como la de los Hachemita- con modos
distintos de sus formas de producción y de vida propios de la vida ancestral de
esos pueblos; segundo, el añadido y entremezclado occidental indistinguible de
las estructuras de poderes de dominación de clase de esos pueblos, en el que se
incluye el nacionalismo panafricano y, por excelencia, panárabe, como
fundamento de respuesta ideológica cultural contra y a favor de la invasión y
dominación imperial capitalista sostenidas por muchos de los actuales
gobernantes de esos países –como son los
casos de Arabia Saudita, de Bahrein de Túnez y otros que se expresan en el
Consejo de la Unión de Estados Africanos y la Liga de Estados Árabes. En esto,
casi todos los altos gobernantes de los países árabe-africanos han realizados
estudios de especializaciones en las más prestigiadas universidades europeas;
de manera que sus modos de vida imposturados son a la moda europea, y
mentalmente responde a esa cultura en la materia política, en contra posición a
la visión ancestral de sus pueblos, de sus gentes, con los que no tienen
ninguna relación de vida cotidiana. A esto lo denomino “el síndrome
árabe-africano”.
El primer factor de contradicción se corresponde con
todos los andamiajes y maderámenes del orden económico, comercial y financiero
capitalista y con las determinaciones del orden jurídico, político, militar e institucional estructural del segundo gran
factor, generador de los conflictos en ese continente. En este orden, ya de
suyo, durante finales del siglo XIX y
durante todo el XX, tanto los ingleses como los franceses, los portugueses y
los belgas, entre otros, cometieron un enorme saqueo y expoliación de las
riquezas naturales de muchos de los países africanos y los sometieron a
esclavitud. El desarrollo económico industrial-productivo y comercial del
sistema en gran parte de Europa y de los Estados Unidos se sostuvo y fortaleció
a costa de bienes y recursos naturales de los pueblos africanos y sobre el
trabajo esclavo de sus gentes. Por
ejemplo, ya en 1908 en Nigeria el consorcio alemán/inglés Shell/D’Arcy
–transformado luego en la
British Petroleum- tenía una concesión petrolera que cubría
todo el territorio nigeriano con 103.600 km2. Por consiguiente, de 1900 a 1970 todo el mapa del
continente de África fue trazado por las determinaciones de intereses de Europa
y los Estados Unidos como potencias imperiales en los ricos territorios de ese
continente para expoliación de sus recursos, sus bienes y la esclavitud de sus
gentes, de mediados del siglo XIX hasta la fecha.
De manera que las secuelas históricas dejadas por ese
gigantesco proceso de explotación y expoliación de todas esas más de cuarenta y
tantas naciones africanas, con resultas de envilecimiento y miserias y hambres
masivas, secuelas definidas y profundizadas por los efectos que causan en la
actualidad las enormes crisis y recensiones económicas, financieras y
comerciales de Europa y los Estados Unidos con influencia mundial, pesan mucho más aún sobre esas naciones y
pueblos africanos, agudizando al máximo sus conflictos políticos y socioeconómicos,
los que ya inaguantables para las grandes mayorías desamparadas, explotan en el
paroxismo de su desesperación, como ocurre con los del Magreb, especialmente en
Túnez, Argelia, Marruecos y Saharaui, Egipto y Bahréin.
El segundo componente de contradicciones y conflictos,
el de la invasión político-militar –económica y religiosa-cultural occidental,
pesa con sus mecanismos de contradicciones empezando con las desarticulaciones
de sus límites y fronteras naturales de las distintas nacionalidades africanas
hecha por los invasores, en contraposición con el carácter de su cultura
tribal. La violatoria injerencia de las potencias coloniales europeas como así
la norteamericana, ha impuesto la desintegración de las comunidades nacionales
en sus territorios, dividiéndolos en una multitud de pequeños Estados como en
los casos de Nigeria con Biafra, Irak con Qatar y Arabia Saudí con Bahrein, y
recién últimamente con Sudán del Sur respecto a Sudán, uno de los países más
extensos en el territorio del África, entre otros muchos, y con ello los ha
desarraigado como comunidades hermanas, llevándolas a enfrentarse unas contra
otras en estado de guerra permanente, no en aras y en pos de intereses propios
sino de intereses extranjeros, como fueron
los casos de la guerra de Nigeria
en contra del Estado separatista de Biafra, con sangrienta guerra en la que
directamente intervino el consorcio Shell/BP; y del mismo modo, el enfrentamiento de Irak contra Irán en una
guerra que duró unos ocho años.
Sintomático es el caso del jeque Shakhbut quien en
1966 fue derrocado por su hermano, el jeque Zaid, instigado por el gobierno
británico, el que luego se apoderó de la riqueza petrolera de los Emiratos
Árabes. El jeque Shakhbut tenía conciencia de los recursos petroleros con los
que contaba su país, por cuanto incluso él era un buen gobernante, y por lo que él buscaba a toda costa no
alterar la vida climática ni de los paisajes de sus tierras, dada la economía
del desierto acostumbrada de sus gentes. Sin embargo, Shakhbut no pudo librarse
de la intriga monstruosa del imperialismo inglés conjuntamente con el gobierno
de Francia respecto a las ambiciones de su propio hermano, y allí se metieron depredadoramente la British Petroleum
y la Compagnie
Française des Pètroles a llevarse los hidrocarburos y demás
riquezas naturales a Inglaterra y a Francia, sembrando a su vez el desarraigo
entre sus gentes contra su propia cultura ancestral.
Sin embargo, la penetración en plan de invasión
política, económica y comercial no sólo queda en el hecho de tomar los recursos
naturales por parte de esas potencias imperiales y trasladarlas a sus países de
origen, cuales bienes económicos sobre los que se asienta por contrato una
propiedad privada; por supuesto que no queda solamente ahí. El hecho de la invasión
imperial –que es el mero centro medular de la gran contradicción principal de
los pueblos africanos como así la de todos los demás del mundo- toma vías que
trascienden lo contractual como formalidad jurídica mera para arribar y quedar
como propiedad de propiedad en la espiritualidad ética de la cultura ancestral
de todos esas nacionalidades, como componente básico del poder de dominación
extranjera en todos los contextos sociales-humanos de los pueblos africanos. En
esto, es determinantemente aplastante la irradiación mental invasora de la
cultura occidental que, a términos de destruirles a los jóvenes africanos la
espiritualidad de sus ancestros los lleva a la degradación de manipularlos
burdamente con sus valores de “democracia”, “libertad” y con esos símbolos del
mass-media y de telemática (computadores, tele videos). De tal manera que, con
sus ONG, a fuerza de realazos los envilece manejándolos con sus “redes
sociales” como a viles muñecos. Y éste sí es realmente el núcleo
central-medular de la gran contradicción que conforma el poderoso despliegue de
la gran crisis que atraviesan los pueblos del Magreb árabe. Tan medular es
porque toda la estructura del poder político y militar de los más de cincuenta
Estados nacionales de África están totalmente diseñados a imagen y semejanza de
la estructura del poder político y militar de dominación imperialista
norteamericana-europea, para someter a los pueblos bajo términos de una
dictadura de clase capitalista eterna, especialmente los del Magreb por estar
en la zona del mar mediterráneo.
El tercer factor de gran contradicción del conflicto
en la región del Magreb, cual lo constituye el carácter propio, primero, de sus
variadas organizaciones institucionales –patriarcales que denominan
“anárquicas” o de las “jefaturas”- con modos distintos de producción y de vida;
segundo, el añadido y entremezclado occidental
de las estructuras de dominación de clase de esos pueblos constituidos
generalmente por los más pudientes en los mandos políticos y económicos de
propietarios privados, en el que se incluye el nacionalismo panafricano y, por
excelencia, panárabe, muchos desviados como fundamento de respuesta ideológica
cultural contra la invasión de dominación imperial capitalista, y que luego
se han puesto servilmente a favor de dicha dominación, como fue el caso de
Hosni Mubarak con su procedencia nacionalista-nasserista. Este factor de contradicciones
constituye un extraordinario y rico complejo de emanaciones mentales en los que
cada pueblo como unidad nacional se ve en la situación de ser el representante
múltiple de lo africano, y en este estado de coyuntura histórica, a su vez,
cada individuo también lo es, sin poder llegar a situarse en el contexto de su
propia racionalidad histórica de pueblo no limitado por fronteras.
Este hecho del
desarraigo con tan pronunciada carencia de un sentimiento ancestral de patria
grande es tan determinante que, por ejemplo, ante las perversas manipulaciones
de la corporación multinacional Royal Dutch Shell, luego de lograda la
independencia de Nigeria, el general Ironsi que era de la tribu de los Ibos
–quien había dado un golpe de Estado en el que murió Abubakr T. Balewa , jefe
del partido NPC-, persuadido de crear un fuerte sentido de solidaridad
nacional, intentó la unificación nacional de Nigeria, y más bien despertó un
movimiento de rechazo y de odio de los otros grupos tribales manipulados por el
grupo Shell/BP (los yorubas, los Hausas, los Angas y los Fulani) contra los
Ibos, que se extendió con la cruenta guerra de Biafra hasta llegar a su
separación definitiva como Estado independiente en 1967, lo buscado y logrado
por la multinacional Shell/BP.
Así también ocurrió con el movimiento los “Mau Mau” de
la tribu los Kikuyu en Kenya quienes, en principio, utilizando antiguos
rituales para determinar un rechazo total a las formas sociales y religiosas
europeas, se enfrentaron férreamente contra
dichos blancos europeos y al final, por la manipulación de los europeos
a otras tribus contrarias a los Kikuyu, el enfrentamiento se tornó sólo entre
negros africanos, y únicamente 95 europeos murieron en el proceso; en tanto,
11.503 Kikuyu fueron asesinados, y unos 165.000 de los mismos Kikuyu fueron
detenidos y sometidos a brutal represión. Cabe observar que los Kikuyu eran
muchos más conscientes de su situación y condición histórica que quienes como
africanos los enfrentaron defendiendo a los europeos. He aquí el síndrome
árabe- africano.
Por eso, ante esta indiferenciabilidad, digamos,
psíquica-occidental de los jefes tribales, el panafricanismo en el cuerpo del
nacionalismo no ha encontrado norte fijo. Desaparecidos Jomo Kenyatta de
Kenya, Nkrumah y Cabral, con la muerte
de Nasser y el lamentable abandono –por
ceder a la enorme presión ejercida por el imperio- del corone Gaddafi,
el nacionalismo árabe no tiene norte hacia el cual dirigirse en su desarrollo
de cuerpo teórico y práctico de liberación africana. La representación del
yihad cual “guerra santa” tiene mucho más de negocio político CM (Corporation
Military) que se presta al servicio de cualquier postor del imperio, al mismo
uso de alqaeda creada por la
CIA. Y en el plan espiritual la única esencia de referencia
mental que les queda es la del Islam de la izquierda, que es el caso de Irán
como así en otras expresiones nacionales del Medio oriente. El imperialismo
norteamericano-europeo ha desvirtuado y pervertido las luchas nacionalistas y
de liberación de los pueblos árabe-africanos, como así lo ha hecho en todos los
planos geográficos del planeta con los movimientos de izquierda revolucionaria.
Por eso he allí que, en general, el Islam como pie espiritual de los pueblos
africanos, también como el nacionalismo, se encuentra oscilante entre seguir el
camino de la liberación o el de la opresión colonizadora occidental de sus
gobiernos, como es el caso del de arabia saudita e incluso regresar al viejo
estilo de servidumbre directa a occidente, que es el caso de los sanusíes en
Libia, reminiscencia de cofradía musulmana tribal, la que responde a los
imperialistas occidentales. Precisamente, en esta forma extraña en el pasado,
manteniendo su postura pro-occidental y obedeciendo al imperio
norteamericano-europeo, en el marco de
las relaciones exteriores, el rey Idris, a quien Muammar Gaddafi sacó del
poder, ayudó a los combatientes nacionalistas de Argel para que obtuvieran su
independencia del coloniaje francés.
Sobre ese terreno contradictoriamente complejo, movedizo
y confuso por lo conflictivo en plan de contradicciones sistemáticas propias
del capitalismo, se asienta la gran crisis múltiple de Túnez, Egipto, Bahréin,
Marruecos, Argelia, etc., gran crisis que, con la perversa manipulación
imperialista mediante su desinformación mediática, apunta con el mismo sentido
de la dominación imperial, a resolverse
momentáneamente –como lo están buscando los europeos y norteamericanos- con la
invasión criminal de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y otras contra la República de Libia y,
especialmente, contra Gaddafi, para apoderarse de sus recursos y repartírselos
como producto de botín, entre hampones.
En este terreno vale la pena recordar algunos hechos
muy importantes, entre los que destaca la participación estelar del Coronel
Muammar Al Gaddafi con anterioridad.
A finales de la década de los años sesenta, en 1969, exactamente,
cuando Muammar Al Gaddafi accedió al gobierno de Libia mediante un golpe de
Estado que él dirigió contra el rey Idris I, quien antes fuera jeque y emir de
Cirenaica, y a quien por su colaboración con los aliados en la Segunda Guerra
Mundial, la ONU
concedió la independencia a Libia dejándola en sus manos cual Reino de Libia. Para entonces, eran las
compañías multinacionales extractoras del crudo las que imponían los precios
del petróleo, cual el Mercado Spot,
mercado que tenía una hegemonía imperial tal que todos los Estados nacionales
tenían que arrodillarse a sus pies. Desde luego, este es un hecho que hoy no se
recuerda para nada, porque la guerra sucia de los medios de comunicación del
imperio intenta borrarlos de la memoria histórica de los pueblos.
Por supuesto, Gaddafi como joven oficial era nacionalista
de izquierda y admirador de Gamal Abdel Nasser, a quien intentó seguir en su
pensamiento revolucionario. Al respecto, al tomar el gobierno en Libia,
procedió a realizar una serie de medidas de corte revolucionario y de
liberación anticapitalista para la época, entre otras: promulgó una Constitución
provisional e instaló un Consejo de la Revolución del que era presidente; nacionalizó la
banca y el Estado se reservó 51% de las acciones. Con la amenaza de retirar las
licencias de explotación de las compañías multinacionales que operaban en
Libia, logró rescatar por primera vez y de
manera ejemplar para todos los países sometidos a opresión imperialista, el derecho del Estado libio a determinar los
precios de su petróleo. A mediados de
1973, nacionalizó 51% del capital de todas las compañías extranjeras que operaban
en el país. A este respecto, hago la observación de que esa medida tomada
correctamente por el Coronel Gaddafi constituye una pauta de nacionalización y
liberación nacional contra el capitalismo muy importante a seguir por cualquier
país en su propio estado de transición hacia el socialismo, como es el caso de
Venezuela. El Coronel Gaddafi Instó también, en plan de soberanía nacional
plena, a los gobiernos de Inglaterra y los Estados Unidos a que retiraran sus
bases militares enclavadas en territorio libio. Se confiscaron los bienes de
aquellos magnates italianos e israelíes que habían abandonado el país después
de 1961. Luego, conjuntamente con Nasser, el Coronel Gaddafi intentó construir
la unidad geopolítica de la nación árabe (panarabismo). Y así, con Siria,
Egipto y Libia logró establecerse una alianza para la conformación de la Alianza Africana ,
ente de duración efímera. En 1981 se rompieron las relaciones diplomáticas
entre Libia y los Estados Unidos. Ronald Reagan prohibió los viajes a Libia y
cerró su embajada en Washington. En 1982,
el gobierno norteamericano prohibió las importaciones de petróleo de
Libia y, a su vez, cerró toda exportación de producto a Libia. El 15 de abril
de 1986, las ciudades de Bengasi y Trípoli fueron bombardeadas por el gobierno
de los Estados Unidos, hecho en el cual murió una hija menor de Gaddafi.
También fueron bombardeados los aeropuertos de Trípoli, los cuarteles de Al
Aziziyah, sede de las fuerzas aéreas, el puerto militar de Sidi Balal y la base
aérea de Benina. En ese mismo año se produce un atentado en la discoteca “La Belle ” en Berlín, Alemania,
que es relacionado con el gobierno libio.
En 1988, se relaciona a dos agentes del gobierno libio
con el atentado de un avión estadounidense de Pan Am, cuando sobrevolaba
Lockierbie en Escocia. Murieron 270 personas, entre ellas 189 norteamericanos.
En 1989, se relaciona al gobierno libio con la bomba que estalló en un DC-10 de
la compañía UTA, cuando sobrevolaba el desierto de Níger, el 19 de septiembre
del mismo año. En enero de 1992, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución
731 que exigía la entrega de 6 acusados por los atentados ya señalados.
Dos meses después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución
748 en la que se establecía el bloqueo aéreo total contra Libia y, además,
embargo de armas, en tanto no se aprobara la anterior Resolución.
El 11 de
noviembre de 1993, la ONU
aprobó medidas de sanciones económicas contra Libia. Esta Resolución, la 883,
imponía cierre de oficinas de las líneas aéreas libias en el extranjero, la
congelación de sus recursos financieros en bancos extranjeros y la reducción de
personal diplomático. En 1996, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la ley
D’Amato-Kennedy que imponía castigo a las empresas norteamericanas o
extranjeras que realizaran inversiones en el sector energético en Libia o en Irán, o que violaran el embargo
impuesto por la ONU. En
1997,
Libia inicia su programa nuclear de manera secreta. Lo
asesoraba el científico pakistaní Abdul Qadeer Khan. A principios de 2004, tres
ingenieros de la misma familia de Urs
Tinner, su hermano Marco y Friedrich, su padre, fueron detenidos en Suiza,
acusados de entregar
a Libia material destinado a la fabricación de centrifugadoras para producir uranio
enriquecido. La familia Tinner mantuvo contacto estrecho con Abdul Qadeer Khan,
padre de la bomba nuclear de Pakistán y jefe de una red de mercado negro
que suministró a Irán y a Libia tecnología atómica. Dos empresas suizas
exportaron material a Khan para realizar su proyecto nuclear en Pakistán. Por
otra parte, Urs Tinner reconoció haber jugado su papel en el caso de la
confiscación del material nuclear con destino a Libia, es decir, haber sido
informante de la CIA.
Fuentes de inteligencia estadounidense, aseguran que Urs
Tinner fue reclutado por la CIA
alrededor del año
2000. Las centrifugadoras que se dirigían de
Malasia a Libia fueron confiscadas en el astillero de Taranto, Italia. Este
hecho llevó a Gaddafi a cancelar el programa nuclear en ese mismo año de 2004.
Hasta allí llegó la posición rebelde de Muammar
Gaddafi contra el orden imperial norteamericano-europeo, aflojamiento que lo llevó a aceptar el juego
de presiones de la denominada “Comunidad Internacional”, en el que sirvió como
ficha de muy buena bonhomía el muy simpático señor Nelson Mandela. En
consecuencia Gaddafi, en abril de 1999, aceptó que Abdel Baset al Megrahi y Al
Amín Jalifa Fhemah, dos supuestos agentes de su gobierno, fueren acusados por
el atentado contra la
Lockerbie. En tanto ese mismo día, la ONU suspendió el embargo que
se había mantenido contra Libia. Luego, en 15 de abril de 1999, el gobierno
libio fue invitado a la
III Conferencia Euro Mediterránea de Ministros Exteriores en
Alemania, Stuttgart. En julio de 1999, la cancillería de Inglaterra anunció
que, tras 15 años de suspensión, reanudaría relaciones diplomáticas con Libia.
Previamente el gobierno de Libia había colaborado con Inglaterra en el
esclarecimiento de la muerte de una policía británico ocurrida en las puertas
de la embajada en 1984. En el mes de
septiembre del mismo año 1999, los ministros de relaciones exteriores de la Unión Europea
suspendieron las medidas de restricciones tomadas contra el gobierno libio. Y
en diciembre de ese mismo año, el Primer Ministro del gobierno italiano, Mássimo D’Alema, se
entrevistó con Gaddafi en la propia Trípoli, entrevista de la que surgió el
compromiso entre ambos gobiernos de colaboración conjunta contra el terrorismo.
Por otra parte, en marzo del año 2001 en la ciudad libia de Sirte, se
constituyó la Unión
Africana ; en tanto en agosto de ese año, los Estados Unidos prorrogó
los términos restrictivos de la
Ley D ’Amato por cinco años. Y luego, pues, al mes siguiente,
el gobierno de Libia condenaba los ataques terroristas contra las torres
gemelas de Manhattan, producidos el 11
de septiembre. Seguidamente, el gobierno libio en 28 de mayo de 2002, resarció
con 2.700 millones de dólares a los familiares de las 270 víctimas en el
atentado de Lockerbie; y luego, el año siguiente, aceptó la responsabilidad
civil de ese atentado. El 12 de septiembre del año 2003, el Consejo de
Seguridad de la ONU
levantó formalmente las sanciones impuestas en 1992 contra Libia, en la se
incluían el embargo aéreo, el equipamiento de armas e industrial. En esa misma
fecha, el presidente del gobierno español, José María Aznar, viajó a Libia,
acompañado de una delegación de altos empresarios a más de altos miembros de su
gabinete ejecutivo. Dentro de los sectores empresariales se comprendían ferrocarriles,
salud, educación, alimentación, turismo, construcción y petróleo, entre otros.
En ello, pues, se hicieron acuerdos entre sectores empresariales españoles con
sectores estatales libios, a más de los consabidos acuerdos establecidos entre
ambos gobiernos a nivel estratégico. Y al mes siguiente del año 2003, el
presidente norteamericano George W. Bush, hijo de quien había bombardeado a
Libia en el año 1986, hacía público el anuncio de que el gobierno de Libia se
comprometía a abandonar el programa nuclear en cuanto desarrollo de armas de
destrucción masiva, programa y actividades biológicas, químicas, nucleares y de
misiles balísticos. Y que, en consecuencia, permitiría entrar a los inspectores
internacionales sin ninguna restricción.
A principios del año 2004, el gobierno libio y familiares de las 170
víctimas del atentado contra el avión de UTA francesa en 1989, en París firmaron
un acuerdo de indemnización, el cual permitió el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas entre Francia y Libia. Al mes siguiente, el gobierno
norteamericano anunció el retiro de las sanciones contra Libia. Sin embargo,
¡oh hado del gran dios con su unipotente tribunal!, apenas pasados dos meses,
el gobierno de Libia fue condenado nuevamente por la ONU a pagar al gobierno de
Sierra Leona por la pérdida de 50.000 personas que habían perdido la vida en un
conflicto armado. La Comisión
para la Verdad
y la Reconciliación
de Sierra Leona estableció que Libia y Liberia habían adiestrado y apoyado a
los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRAU). Frente que, entre 1999 y
2001, desarrolló una acción armada sangrienta en la que cayeron las mencionadas
50.000 víctimas. Y, por tanto, Libia tuvo que pagar compensación al gobierno de
Sierra Leona.
Por supuesto, el hecho anterior no privó en lo absoluto para que el
gobierno de Libia fuese aceptado por la todopoderosa “Comunidad Internacional”.
Efectivamente, el jefe del gobierno imperial de Gran Bretaña, Tony Blair, en
persona dispendió visita al Coronel Muammar Al Gaddafi en su propia Libia a principios
de 2004; precisamente en esa misma fecha la multinacional Shell anunció el
establecimiento de un contrato petrolero con Libia.
En un proceso de poderosa presión económica, política, jurídica y militar
que se continúa hasta 2008, el gobierno del Coronel Gaddafi logra, a costa de
ceder a los chantajes y retrotraerse en su concepción política nacionalista y
revolucionaria, por un lado zafarse de esa dicha presión y por el otro, “reivindicarse”
en las apariencias de aquel su pasado rebelde y nacionalista ante “la Comunidad Internacional ”,
y, consiguientemente, logra establecer relaciones económicas y comerciales bajo
términos eminentemente capitalistas con los grandes y poderosos de Europa y los
Estados Unidos, dejando atrás, envuelto en la opresión del chantaje
imperialista, toda aquella pasada y apasionada preocupación nacionalista por
los grandes problemas que vive y atraviesa la región del Magreb árabe, como así
toda la gran nación africana. Con esta “vindicación” de su pasado nacionalista
ante “la
Comunidad Internacional ” el Coronel Gaddafi, pues, pasa por
alto que él con todo, sigue siendo afectado (y no afecto) por el síndrome
árabe-africano de las tribus que combatieron al Movimiento Mau Mau en su propio
país, y que también estaba siendo objeto militar a ser tomado por el imperio,
el que estaba envolviendo poco a poco dentro de sus redes para engullírselo con
dicho síndrome. Este síndrome tiene ahora un aliciente nuevo que lo cataliza y
hace más efectivo en aniquilamiento: el de la formación de la Unión para el Mar
Mediterráneo (UPM) creado el 17 de julio de 2008, que propició y motorizó la
Unión Europea, cual poderosa maquinaria de demolición de todo lo árabe
políticamente organizado, por ejemplo, la del UMA, UPM creada por el imperialismo
europeo con inmensa cuantía de capitales, tecnología y dominio
geopolítico-militar de por medio. Y en cuya estructura de administración no contaba
para nada el gobierno del coronel Gaddafi por no ser país “comunitario” –igual
que Siria y Argel-, bien que él mismo haya sido uno de sus auspiciadores,
incluso con reuniones en la propia Libia, Trípoli, como la del 11 de junio del
mismo año. Precisamente en este hecho empieza la culminación de sus relaciones
con el imperio norteamericano-europeo, porque el coronel Gaddafi cuestionó la
selección arbitraria de los países del Magreb que integrarían la UPM y en la
que incluyó a Israel, que hizo el imperio europeo, de manera leonina.
Por esas razones, al occidentalizarse, obligado por la gran presión
ejercida sobre él y su gobierno, en el plano de sus “nuevas” relaciones
internacionales no tenía por qué asumir que esa “Comunidad Internacional”, tan
omnipotente ella, -y que en la presencia del imperialismo
norteamericano-europeo se cree la verdadera verdad de la historia- bien podría
perdonarlo y que, sometiéndose bajo el cobijo de sus omnipotentes favores como
aliado en “el combate contra el terrorismo internacional”, estaba libre de
pecados y de temores. Por ello el coronel Gaddafi se equivocó: el imperialismo
no perdona ni tiene piedad con nada ni nadie respecto a su determinación del
poder por el poder, pues ya mucho antes de lo que podría ocurrir en el Magreb y
en toda África, -tal como ha venido ocurriendo en Túnez, Argelia, Egipto,
Bahrein, Marruecos, el Saharaui, Sudan y otros-, él estaba condenado por el imperio, junto con
Libia, Siria, Irak, Afganistán, Irán, Rusia y China.
En esto debemos recordar la intervención que tuvo el coronel Muammar Al
Gaddafi el año 2009 en la Asamblea General
de la ONU en la
que acusó de manera desafiante la composición leonina del fuerte y que dominaba
entre los miembros de esa injusta e írrita estructura del Consejo de Seguridad
de esa dicha ONU y su funcionamiento en base a la ley de la ventaja en la que
el fuerte impone su cometido a los países débiles. Ley del fuerte aplicable a
miembros débiles de ese dicho Consejo de Seguridad y de la Organización de las
Naciones Unidas mismas: el fuerte (el
imperialismo) impone, manda, y el débil (los países pobres) obedece.
Más todavía, en el mes de noviembre, el día 29 del año próximo pasado 2010,
el coronel Gaddafi, en la tercera Conferencia de la Unión Europea con
representantes de la Unión
de Estados Africanos celebrada en Trípoli, se lanzó con una posición
nacionalista radical contra los países imperiales, y volvió a sacar a colación
el manejo leonino de los Organismos multilaterales reclamando a su vez, la
necesidad de una urgente reorganización democrática de esos dichos Organismo, a
términos de desarrollar una nueva geopolítica internacional. Y por lo que, bien
que se la llevó de maravillas con Rodríguez Zapatero, indubitablemente él mismo
en ese momento quedó a su vez, determinado por el imperio capitalista como
blanco y objeto militar a ser tomado en lo inmediato, no más allá mientras se
disponían los Estados Unidos, Francia e Inglaterra y los otros países fuertes
de Europa, a conformar los dispositivos de ataques legales con sus formulismos
jurídicos en el seno del Consejo de los Derechos Humanos y en el Consejo de
Seguridad ambos Organismos de la
ONU , como así el acuerdo acerca de qué o cual país iniciaría
los ataques. Es decir, desde el mismo
mes de noviembre y día que en el que el coronel Gaddafi pronunció su último
discurso en el seno de la Unión Europea ,
él mismo se condenó imprudentemente a ser atacado de inmediato. Lo lamentable
es que el coronel Gaddafi, al aparecer según pienso, en la emocionalidad de su
antigua rebeldía y nacionalismo, actuó sin coordinación con gobiernos o
movimientos de otros Estados; y pues, por eso, él se encuentra prácticamente
solo y sin apoyo en el plano internacional, ante tan terribles circunstancias
en la que la solidaridad de los pueblos desde abajo es la única fuerza que bien
pudiere apoyarlo. Porque además, junto con todos los preparativos de andamiajes
jurídicos en los Organismos multilaterales a partir del tinglado de la ONU , sus medios de
comunicación masiva a nivel internacional se encargaron previa y rápidamente,
aprovechando la gran crisis surgida en los países del magreb, para satanizar al
coronel Muammar Al Gaddafi de “dictador que está masacrando al pueblo de Libia”
Incluso, ante el estruendoso tinglado vociferante del mass-media de la
comunicación en términos de guerra de cuarta generación creado por el
imperialismo contra Gaddafi, hay sectores de la mal denominada “izquierda
socialista” que, sospechosamente, aprueban
el ataque invasor contra el pueblo de Libia justificándolo con “¡Fuera
Gaddafi”, calificándolo de “dictador” y aupando a “los rebeldes”, aplicando el
concepto de la democracia occidental a la realidad libia sin conocer en lo más mínimo los términos de
la organización histórica de los pueblos no sólo del Estado denominado
“moderno” de Libia, sino el desconocimiento total de los términos de su
composición social y de su organización tribal ancestral. Téngase además en
cuenta que la realidad económica y social de la vida de la población de Libia
no es exactamente igual a la de Egipto, la de Túnez, ni la de Argelia, la de
Bahrein, Yemen o Costa de Marfil ni la de Marruecos. No se puede medir la
situación social, económica y política-jurídica de Libia en cuanto a la
aplicación de derechos humanos, de desempleo, de pobreza y escasez de alimentos
y bienes necesarios que no afecta a cada libio en particular, con en el mismo
rasero de los demás países del Magreb y de África en general. Y, sin embargo,
ese es el rasero que la tal “izquierda socialista” está utilizando para
calificar la situación de Libia en lo económico-social.
Por eso, sin embargo, detrás de
todos esos hechos determinados en los que, de alguna manera, se han encontrado involucrados
tanto el gobierno de Libia como el Coronel Muammar Al Gaddafi en lo muy
personal en sus relaciones con las potencias occidentales –especialmente en el
núcleo de poder de Europa y los Estados Unidos-, también en su mismo ámbito
político, social y espiritual árabe, palpitan amenazantes la invasión de Irak,
la de Afganistán, la primera y segunda Intifada, fundamentalmente esta última
de Al-Aqsa con “los asesinatos selectivos” cometidos por el gobierno de Israel
contra el pueblo Palestino; las movilizaciones del año 2000 en apoyo al pueblo
de Palestina, la “operación Plomo Fundido” y, pues, quiéralo o no el Coronel
Gaddafi, el gobierno sionista y criminal de Israel que también lo amenaza conjuntamente
con Siria, Irán, el Líbano (pese a la traición de su gobierno actual) y
Palestina también están presentes, repito, amenazándolo por sus pecados
nacionalistas anteriores.
Es pues, todo lo árabe y, más aun, es todo lo africano como todo lo humano
mismo lo que está sometido bajo la mira de ese ojo espantoso, monstruoso e
impío del poder imperial norteamericano-europeo.
Por todo ello, entonces, la amenaza de invasión a Libia que planea el
imperialismo norteamericano-europeo está dirigida directamente contra el Coronel
Gaddafi, con un peso estratégico mucho mayor en sacarlo del medio en lo muy
personal por su antigua posición rebelde y nacionalista que por el petróleo
mismo y demás fuentes de recursos naturales en lo inmediato. Por supuesto que,
dentro de todo esto está en juego el petróleo y otros recursos que contiene la República de Libia, pero
en los actuales momentos el imperio norteamericano-europeo no tiene ningún tipo
de restricción para su extracción de suelo libio. Por el contrario, para ello
tienen todas las puertas abiertas con el Coronel Gaddafi como “socio” contra el
terrorismo internacional. Pero en el fondo hay mucho más que eso del petróleo,
repito, en lo inmediato.
Efectivamente, mientras escribo esto, en estos mismos momentos del día 17
de marzo del 2011 en la tarde, a eso de las 4,30 pm., el Consejo de Seguridad
de las ONU aprobó por mayoría relativa la invasión armada contra Libia, es
decir, el imperio norteamericano-europeo –utilizando además el síndrome
africano del servilismo del gobierno del Líbano como así el de los que
conforman la Unión
de la Liga Africana y el Consejo de Estados del Goplfo, puesto a la orden de Francia y Alemania que
redactaron el texto de la Resolución , incluso, violando normas
procedimentales sobre validez de sus actos-, tomó la decisión, írrita sobre
informaciones falsas, de invasión a Libia, expresamente para asesinar al Coronel
Muammar Al Gaddafi y a toda su familia, junto con tantísimas familias libias y
africanas más. En el plano de la infrahumanidad imperial
norteamericana-europea, esta condena nos depara a la humanidad la visión de un
futuro terrible, espantoso, en manos de esos monstruos del imperialismo
norteamericano-europeo.
Y por ello consiguientemente, en el fondo, ¿qué es lo que hay detrás de
todo esto además? ¿Qué es lo que busca estratégicamente a largo plazo el
imperialismo norteamericano-europeo con esta nueva guerra contra Libia,
respecto a la actual fase de crisis, de recesión económica mundial del
capitalismo? Vayamos por partes.
Primera Parte: El imperialismo norteamericano-europeo va por sus
viejos fueros: eliminar todo vestigio del arabismo y, por excelencia, eliminar
definitivamente todo vestigio de lo panafricano. Y para ello tiene que aplastar
con sometimiento total toda y cualquier posibilidad de respuesta nacionalista
árabe-africana. En el sentimiento árabe-africano el coronel Muammar Al Gaddafi
con su acción nacionalista y revolucionaria durante los años que van desde 1969 a 2004 tiene muy fuerte
presencia, como símbolo de lucha nacionalista. Y este gran objetivo de
eliminar, de erradicar lo árabe-africano de raíz por parte del imperialismo
norteamericano-europeo, tiene, a su vez, sus respectivas metas concretas: la
toma de la República
de Libia. Por eso, esta toma militar, tiene que ser signada ésta con la
demolición por parte de los medios de comunicación y la propaganda de guerra,
de los antecedentes nacionalistas del Coronel Muammar Al Gaddafi, presentándolo
como el más “bárbaro y brutal dictador” es un hecho básico. Básico porque tanto
Libia -como anteriormente Irak y
Afganistán-, junto con Irán y Siria eran, y son, puntos fundamentales del
África a ser tomados militarmente.
Pero, ¿para qué esas metas de acciones militares? Pues, se corresponden con
dos objetivos todavía muchos mayores en lo militar de largo plazo: Rusia y
China, ambas en la mira para ser tomadas, también militarmente, previos pasos
prelacionados en el tiempo. Por cierto, los
gobiernos de estos países, de la manera más sorprendentemente desprevenida e
ingenua, -creyéndose grandes potencias intocables- les están abriendo el camino
y poniendo en bandeja de plata su futura destrucción inevitable; las que
empiezan en la ONU
con sus absurdas decisiones tomadas en
el Consejo de Seguridad por dos veces, para que el súper poderoso ejército de la
OTAN actúe a placer, una contra Irán y ahora esta contra
Libia. Empero, en esta primera parte, junto con Siria e Irán, la que está en el
ojo del huracán como meta a ser ejecutada militarmente en lo más inmediato, es
Corea del Norte, junto con Venezuela, Brasil
y Cuba. Depende mucho el juego político de las circunstancias el que
decida cual es el primero entre Venezuela y Cuba respecto a Corea del Norte,
dentro de estos objetivos militares.
Por consiguiente, la toma militar aplastante de la República de Libia -ya
decidida como hecho a ejecutar en marcha y en horas, mientras escribo estas
líneas- y la conversión de su extenso territorio en una gran base de
operaciones a gran nivel de despliegue de comandos de asaltos por aire, tierra
y mar, le garantizaría al imperialismo norteamericano-europeo todas las
condiciones geopolíticas para ejercer un ataque despiadado contra Siria e Irán
en lo inmediato. Condiciones que, a su vez, mediante la ejecución de la guerra
de cuarta generación mediática a toda marcha, reforzarían en el plano
jurídico-político a sus organizaciones transgubernamentales como la ONU , la Corte Jurídica
Internacional, la OEA ,
la Unión Africana ,
la de Países Asiáticos y, pues, la súper poderosa Unión Europea, su poder
omnipotente sobre todas las naciones de la Tierra.
Segunda Parte: En su
determinación histórica, es decir, en
los términos de su condicionalidad
histórica capitalista, el imperialismo norteamericano-europeo en la presencia
de sus estructuras de poder de dominación de clase nacional y mundial, tan
igual que aquellos otros regimenes pasados, tiene sus días contados a estas
alturas de su datación de vida histórica. O sea, por los efectos-fenómenos que
producen sus leyes de existencia en los términos de su desarrollo -de acuerdo
con mis modestas investigaciones acerca de las características del
funcionamiento de las leyes económicas productivas, financieras-monetarias y
comerciales respecto a sus determinaciones de valores últimos en las resultas
de su iliquidez nacional y mundial-, el sistema capitalista entró en su fase
terminal de existencia no sólo como régimen político-jurídico, social-económico
y científico religioso, cultural, sino como estadio histórico que cubrió un
largo período de datación de vida ya de más de quinientos años, en el que las
sociedades humanas se organizaron estructuralmente en sus comunidades
nacionales bajo el modo de producción económica indirecta mediada por el
capital. Por acción de aniquilamiento entrópico y sistemático producido por los
efectos de las leyes económicas sobre el valor del trabajo humano total, el
sistema capitalista llegó y cruzó la
entrada de su Punto Histórico de Máximo Crítico de su existencia y camina
aceleradamente hacia su Punto de Inflexión, en el que, ya llegado allí, tiende
a derrumbarse abrupta e inapelablemente
en el contenido de su estructura económica productiva de base de valores
financieros-monetarios. Precisa y exactamente, la gran crisis que atraviesan y
viven las naciones europeas y los Estados Unidos en sus sistemas monetarios
financieros como centro medular del poderoso desarrollo del sistema capitalista
mundial, confirman estos supuestos.
En los Estados Unidos y Europa las crisis en su explosión y expansión recurrente, contravienen todas las
concepciones más sólidas del conocimiento económico capitalista, expuestas por
los economistas y expertos como hechos de resolución eventual para adecuación y
atemperamento de dichas crisis, cuales son, entre otras:
a.- El problema de la Confianza.
b.- El problema de la Liquidez.
c.- El problema del Equilibrio.
d.- La total independencia y
autosuficiencia de la empresa de capital privado respecto al Estado.
Obviando
las regularidades sobre leyes y procesos que explican las causas fundamentales
de las crisis económicas y monetarias-financieras del sistema capitalista, los componentes esenciales de la aparición de esas dichas crisis
económicas, bien en zonas regionales particulares o bien cubriendo áreas muy
extensas a nivel de varias regiones del planeta en el curso de estos
últimos doscientos años y, en especial,
en estos últimos ochenta años con sus pronunciamiento agravados, tienen que
ver, fundamentalmente, con los movimientos interpuestos y superpuestos del
dinero-capital con sus relaciones de costos-precios múltiples e integrados en
la gigantesca y dual corriente de mercancías-dinero y dinero-mercancía y las
respectivas acumulaciones de ganancias que dejan como resultado. Las relaciones
múltiples entre grupos de mercancías en su triple representación de
dinero-precio-mercancía en la corriente
de insumo-producto y como mercancía-dinero-precio en cuanto bienes
intercambiables que Carlos Marx descubrió, contienen dentro de sí, además de lo
ya descrito por el descubrimiento de Marx, por términos de economía de
producción indirecta, los elementos que destruyen el valor real del trabajo
humano total, incluido el trabajo del capitalista, a expensas mismas de la
explotación y expoliación del trabajo con la generación de más altas tasas de
plusvalía para el capital, incluso fuera de la plusvalía misma, y por tanto este
último aspecto del carácter no productivo del capital, desdicen los términos de
los enunciados económicos respecto a los equilibrios (ley) de sus agregados
monetarios y los términos fijos de sus valores reales en disminuciones, cual “inflación oculta”. Las
crisis, pues, tienden a extender y a profundizarse en términos de una y gran
crisis general que, llegado un momento tal, Punto Máximo de Inflexión, toda la
estructura económica productiva real se desplomará,
de manera simultánea, tanto en Europa como en los Estados Unidos.
En otros términos, tal como lo señalo en mi obra
inédita y de pronta publicación, VIDA O MUERTE/La Gran Disyuntiva de
la Humanidad Frente
al Sistema Capitalista:
la máxima altura del desarrollo alcanzado por el
sistema capitalista general en la actualidad –con dominancia absoluta sobre las
vastas poblaciones y los recursos del planeta por parte de las estructuras de
poderes de dominación de clase del imperialismo norteamericano-europeo-, en la
presencia y cuerpo de sus zonas de más altas industrializaciones y
concentraciones de riquezas monetarias financieras in crescendo de manera indetenible en su plan de ganancias, a su
vez en dichas zonas, se constituye en ellas el Punto Máximo de Inflexión
Histórica del sistema capitalista mundial.
Por
una serie de regularidades (principios) propias de la estructura económica,
política-jurídica y militar del régimen capitalista, la vida de la humanidad
toda sobre el planeta atraviesa por un punto de rotura histórica y se encuentra
en grave peligro de ser bañada en guerras a altas escalas sobre el planeta. Empero,
con la ley de Malthus del crecimiento exponencial de la población sobre el
planeta, los términos de la expansión y alejamiento reducido del decrecimiento
productivo económico (ley de los rendimientos decrecientes) de los bienes
necesarios para el mantenimiento de la vida de las población y sus distribución
mediante el mercado en términos de la demanda efectiva, respecto al reclamo
cada vez más compulsivo de millones de seres humanos hambrientos sobre el
planeta, en los términos del “equilibrio” de las contradicciones entre
producción económica y satisfacción de necesidades sociales, por el principio
del problema múltiple de la económica capitalista (Adam Smith Las Riquezas de
las Naciones) que funciona con la ley de Malthus, la solución única y
determinante del sistema capitalista es la guerra de exterminio total contra la
población. Este es el fatal drama que impele al imperialismo
norteamericano-europeo a apelar a la guerra total como su único medio de
salvación histórica. Por eso lo antes dicho de que la vida de la humanidad
toda sobre el planeta atraviesa por un punto de rotura histórica y se encuentra
en grave peligro de ser bañada en guerras a altas escalas sobre el planeta.
Y ante tan irremediable situación –en la
que la iliquidez crece explosiva con los términos explosivos de la inflación en
la medida que pasa el tiempo, y se sobrepone a los términos del equilibrio
monetario-financiero internacional-, el imperialismo norteamericano-europeo
tiene en consecuencia que asegurarse a toda costa, todos los medios y recursos
del planeta, fuera y aparte de la economía misma, eliminando con la agresión y
la violencia todo tipo de competencia con las otras grandes naciones en
desarrollo –Rusia, China y Brasil.
En
el fondo, la contradicción capital financiero, respecto a capital productivo,
marca la pauta para las apariciones cada vez más
recurrentes de los déficit de liquidez que afectan la relación divisa/balanza
de pago inmediato de Europa y de los Estados Unidos. Cual es más pronunciado en
pérdida de valor monetario individual nacional, en la medida que aumenta la
expansión de la gigantesca masa del capital financiero de los países en que se
concentra dicha masa. Y por eso, tal como lo señala el Informe del Fondo Monetario Internacional, mayo de 2010:
La profunda crisis
financiera que sucedió al colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008 tuvo
un efecto negativo sustancial en la economía internacional, y el producto
mundial cayó 1/2% en 2009. La crisis asestó el golpe más duro a las economías
avanzadas, que tuvieron que enfrentar una grave contracción del crédito,
balances maltrechos y un desempleo creciente, a lo que se sumó una disminución
del producto de 3,1/4% en 2009. La crisis se propagó rápidamente por el mundo
entero a través de una serie de canales: el comercio internacional se paralizó,
los capitales dejaron de circular y las remesas se redujeron. Cuando la
turbulencia amainó fue posible constatar que varios mercados emergentes y
países de bajo ingreso se habían visto sumamente afectados por la peor crisis internacional
en más de 60 años.
En ese mismo Informe del Fondo Monetario Internacional, se dice que el
valor de la masa monetaria mundial disminuyó en unos 400 mil millones de
dólares. Como se señala en una nota (la
N º 2, página 41) de La
Inevitable
Colisión , de
Hugo Stephenson, 1972, en la publicación Survey of Current Business, del
Departamento de Comercio de los Estados Unidos se publican regularmente
estudios estadísticos sobre las inversiones y sus resultados, sin embargo, uno
de los problemas es cómo asignar un valor a las sucursales de propiedad
exclusiva en países extranjeros… Los estadísticos se ven por ende obligados a
referirse a los “valores contables” (del momento), en montos asentados en el
balance que normalmente subestiman el verdadero valor actual de la inversión.
Desde luego, en esta subestimación del verdadero valor asentado en libros
presentados en los informes de la publicación Survey of Current Business se
encuentra quizás una de las grandes contradicciones, irresolucionables además,
del sistema capitalista. El que pues viene siendo, en sentido general para
cualquier inversión un hecho sumamente importante que no se advierte en la gran
ley de homogeneización del valor de todas las inversiones que se realizan y se
mueven en el mundo conformando las estructuras económicas productivas y
financieras-monetarias de los distintos naciones. Por ello, la gran crisis de
iliquidez que afecta a los países europeos y a los Estados Unidos en sus
productos internos brutos, respecto a sus deudas, tiene su medular epicentro
exactamente allí en la determinación del valor real de la moneda (frente a su
valor nominal), sobre todo en las monedas patrón, el dólar y el euro. Aclaro
que este hecho es una de las propiedades básicas de la economía de producción
indirecta para la formación y recomposición de los capitales a altas
intensidades, la que hace abstracta a la producción económica industrial, y a
la que llega a sustituir por un lado, por la formación de capitales abstractos,
de papeles (bolsas), y el de producción
de dinero inorgánico, en el que se incluye el de la modalidad hecha por la
máquina de fabricar dólares de la Reserva
Federal ; y por el otro, el de la creación de dinero-capital
sucio, en el que se incluye el del narco-tráfico. Y este es el punto en el que se encuentra la
economía capitalista, en el que la formación abstracta de capitales resquebraja
y demuele las bases de producción directa real producida por el trabajo humano
total, y, de manera inapelable e irremisible, le lleva a su derrumbamiento
definitivo, en la medida que crece y se expande la masa manetaria del capital.
Y por lo antes dicho, mal que tanto los centros económicos financieros de
Europa y los Estados Unidos presentan una situación harto desesperadas, con la Resolución
en la que se ha establecido con “criterio jurídico legal” amañado de la
“Comunidad Internacional” la invasión a Libia, y en la que China –quien presidió la reunión-
y Rusia se abstuvieron de manera cómplice, al imperialismo
norteamericano-europeo todo se le presta sumamente fácil a su rábido y criminal
juego de guerra como único medio de salvación ante esa su gran debacle
financiera monetaria estructural imparable, porque además sabe apreciar los
alcances de su más serio y peligroso competidor en la dinámica económica
mundial y en los planos de la producción de armamentos nucleares y la más
extraordinaria compactación de fuerzas militares con las que cuenta a la hora
de un enfrentamiento a gran escala, mucho más que Rusia, China. Al respecto, en
primer lugar, China en el año 2007 llegó a sobrepasar el 50% aproximado del
consumo de cemento y 30% aproximado de la producción del carbón mundial, y de
igual manera utilizó una altísima proporción porcentual del consumo del
petróleo y otras formas de energía y otros factores de producción a grandes
escalas. Y para más, el uso y aplicación de todos esos recursos y medios de
producción aumentan en la misma cuantía del aumento de las necesidades de la
economía china año tras año. De manera que a ese ritmo de crecimiento acelerado
de los factores de producción, a China se le impone cada vez más una necesidad perentoria
de tener acceso a las más grandes fuentes de energía, fundamentalmente el
petróleo. Y de ahí la gran importancia que tienen las inversiones en África y
América Latina, fundamentalmente en Libia y en Venezuela. Pero ahora el cuadro
le cambia desfavorablemente a la República Popular China en el Medio Oriente, porque
en el caso de las inversiones chinas en esa región, éstas en las prioridades de
combustibles fósiles del mar Caspio y el Golfo Pérsico, a la larga, en términos
de su competencia económica con los Estados Unidos y la Unión Europea , se les atascarán
en manos de dicho imperio norteamericano-europeo. Con las guerras de Irak y
Afganistán el imperio ha logrado su cerco de seguridad con sus bases militares y,
por supuesto, ya ha instalado sus empresas con intereses exclusivamente estadounidenses.
De manera que con la toma de Libia, la estructuración del poderoso anillo
cubriría todas las costas del Mar Mediterráneo, el Canal de Suez, el Mar
Arábigo y el Golfo Pérsico; y con sus bases en Irak y en las costas orientales
de Arabia Saudí, pues, rodearía a Irán. Y a la larga, China tendría total
impedimento de acceso a las fuentes de petróleo de esa región, lo que la
ahogaría cada vez más el marco de sus necesidades crecientes de energía. Además,
téngase muy en cuenta que Venezuela está
en la mira como objetivo militar a ser tomado por el
imperio, y en esto las tensiones el imperio las acrecienta por frentes
múltiples, creando a su vez todo tipo de presiones a lo interno de los
distintos países exportadores de petróleo.
Por
otra parte, la toma de Libia es un golpe mortal contra la OPEP , cual es desde 1973 uno
de los objetivos políticos-militares a ser
destruido y tomado por el imperio, cuando hicieron aquella famosa clasificación
del mundo en “Primer Mundo”, “Segundo Mundo” y “Tercer Mundo”. La OPEP , junto con Libia tomada
y desmantelada, es la recuperación de la hegemonía mundial de las
transnacionales sobre los recursos naturales energéticos y bienes de los países
pobres y débiles. De manera que a todos aquellos países de economía emergente
como China y Brasil se les cerrarán totalmente las puertas compulsadas por las
acciones negativas del capital multinacional y la geopolítica del imperialismo
norteamericano-europeo. Las ventajas económicas competitivas de los países
emergentes China y Brasil hoy, en muy poco tiempo del futuro, el imperio norteamericano-europeo
las emparejará y superará con los operativos de invasiones y de asaltos a mano
armada.
Así, “el Primer Mundo”, el de la Trilateral –los Estados
Unidos, los siete de Europa y Japón (aquella época)-, con ese perverso marco de
intencionalidad geopolítica, fijó los objetivos militares a ser tomados hace
treinta y siete años atrás: el Segundo Mundo –el de la ex Unión Soviética (hoy
Rusia), China, Corea del Norte, Cuba, etc.-, y el Tercer Mundo (el mundo africano). América Latina (Brasil-Venezuela-Cuba) –la
que no incluyó dentro del Tercer Mundo- y la OPEP. Así pues, en el marco hirviente de las
recensiones económicas, las inflaciones y los paros de desempleos de grandes
masas trabajadoras tanto en los países de los más altos desarrollos capitalizados
de Europa y los Estados Unidos, como en los más pobres, con diferentes actores,
el mismo plan de guerra total imperial se ha venido cumpliendo a través de las
décadas; y, por las consecuencias ya predecibles del resquebrajamiento de la
estructura económica mundial en la de Europa y los Estados Unidos, la
disposición de guerra total con exterminio masivo de poblaciones enteras en el
mundo, pone en gravísimo peligro a la humanidad entera sobre el planeta.
Por esas razones, China, así como Rusia, y ambos a la vez, han venido
cayendo mansamente en la trampa que les ha venido tendiendo el
imperio-norteamericano-europeo, como aquellos
corderitos de Panurgo del cuento de una de las novelas de René de Chataubrand,
que entraban al agua, al mandato del lobo disfrazado de pastor, uno tras otros
y se ahogaban. Así, como mansos corderos que marchan hacia el ahogamiento de
todas sus posibilidades de desarrollo económico-social, geopolítico, jurídico y
militar en el orden mundial, están cayendo en la estrategia envolvente que les
está tendiendo el imperialismo norteamericano-europeo. China tiene que tener
muy presente que –independientemente que sea miembro del Consejo de Seguridad
de la ONU- para
el imperio norteamericano-europeo, la República Popular
China cae dentro de los términos de la
definición de Pueblo de la
Resolución 1541, dada para aquellos países sometidos a
estatuto jurídico de dominación imperial.
Y recuerden gobiernos de las Repúblicas de Rusia,
Brasil y China, así en este mismo orden: ustedes, gobiernos y países están en
la mira -a la larga y poco a poco en la medida del desgaste estratégico de sus
fuerzas económicas y políticas-militares en el ámbito internacional- ahogadas
poco a poco por la guerra del imperio, sino actúan en contrario y en defensa de
la humanidad de los pueblos, ustedes van
a ser cercadas, acosadas, atacadas,
destruidas y tomadas como objetivos militares del imperio
norteamericano-europeo. Por último:
En la Hora Crucial y de
Grave y Extremo Peligro para la
Humanidad. ¿Qué Hacer?
Teniendo en cuenta que los Estados Unidos y Europa
cuentan con un arsenal de variadas armas de destrucción masiva y con precisión
de largas distancias tales que, entre ambas potencias poseen bombas que van: a)
De penetración en refugios subterráneos; b) Con despliegue de destrucción total
de objetos de superficie en un radio de 15 a 240, en el que no queda absolutamente nada,
entre ellos el tipo de los tomahawk y otros; c) Bombas de destrucción y
pulverización total con potencial de 1 Kilotón (Kt, mil toneladas de TNT) y 1
Megatón (Mt, un millón de toneladas de TNT). Del tipo b, los Estados Unidos y
Europa cuentan con alrededor de 3000 millones de bombas. Y del tipo c, ambas potencias
cuentan con alrededor de más 50.000 Mt, habida cuenta que para el año 1989
solamente los Estados Unidos contaban con 20 mil bombas Mt.
De manera que, en las consideraciones de sus expertos, si en tres puntos
distintos del planeta se concentran ataques simultáneos con bombas a nivel
destructivo de 10 mil megatones, crearían lo que ellos denominan “una nube
negra”, tal que al mediodía del día más claro, no se vería el más mínimo rayo
de la luz del sol. Y entonces desaparecería todo vestigio de vida sobre la Madre Tierra. Este
hecho tan horriblemente espantoso, nos permite afirmar en la más modesta
simplicidad de razón humana, que estamos siendo regidos por unos seres
monstruosos. Seres de la más alta perversidad criminal, capaces de todo. Y por
ello, como bien se sabe, el gobierno norteamericano en la presencia de Barak
Obama, Robert Gates, Hilary Clinton y las del Comando General del Ejército y la CIA , conjuntamente con los
gobiernos de Inglaterra (Roy Cameron), de Francia (Zarkosy), España (Zapatero y
el rey Juan Carlos de Borbón) Alemania (Ángela MerKel) y otros entre ellos
George W. Bush, están incursos en asesinatos masivos en Irak y Afganistán. Y
ahora en Libia, además, están incurso en delito de asociación para delinquir, y
asesinatos por asalto a mano armada con agavillamiento mediante sus ejércitos.
La vida de los nueve niños asesinados cobardemente por sus ejércitos, madres y
familiares, conjuntamente con las madres de todos los pueblos del mundo,
reclaman aterrorizadas que esos gobernantes asesinos, monstruos violadores
cometedores de crímenes de lesa humanidad, sean juzgados no por aquellos sus
organismos internacionales, sino por los nuevos que, en lo inmediato y sobre la
marcha de los acontecimientos, tienen que fundar y establecer los pueblos de la
tierra.
China y Rusia, -cuando con su voto negativo hubieren parado la acción de
guerra criminal en marcha- han convalidado de manera indolente e irresponsable
el ataque de destrucción masiva y de muerte contra no sólo el Coronel Gaddafi y
su familia, sino contra los seis millones de habitantes del pueblo de Libia.
Han cometido un gravísimo error contra su propia historia y existencia de
pueblos, porque con esa abstención cómplice convalidaron, de la manera más
desprevenida, la continuidad de una estrategia política y militar envolvente a
escala planetaria, la que a la larga perjudicará notablemente tanto China como
a Rusia y a las demás naciones de la Tierra. China , Rusia y Brasil, con su abstención
cómplice en el seno del Consejo de Seguridad de la Organización de la Naciones Unidas - representantes que firmaron sin imaginarse
siquiera que sientan el precedente para que esa misma aplicación sea usada en
lo posterior contra sus mismos pueblos- son responsables históricos de todas
las muertes que haya en ese ataque cobarde y asesino contra el pueblo libio y
todas aquellas muertes que en el Medio Oriente puedan ocurrir en esa región y
en el África en lo adelante. Rusia, Brasil y China, conjuntamente con los
Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Italia, y todos los demás miembros
permanentes y rotatorios del Consejo de Seguridad, están obligados a responder a los pueblos de
las naciones del mundo por esa guerra criminal con todas sus consecuencias
fatales de destrucción y muerte masiva.
Brasil y China, como naciones que sufrieron el proceso de colonización e
invasión impía y humillante europea, están obligados a oponerse a esa guerra
contra el pueblo de Libia y a toda guerra. Están obligados sus gobiernos a
velar por la seguridad y el cuido de la vida humana sobre el planeta. Están
obligados a vindicar, a dignificar la vida de sus pueblos, conjuntamente con la
dignificación de la vida de los demás pueblos de la Madre Tierra.
China, Brasil y Rusia están obligadas a volver sus ojos de humanidad sobre
los pueblos oprimidos, asediados y expoliados por el capitalismo invasor,
colonizador y explotador de sus corporaciones multinacionales y la impía
dictadura de clases de la estructura de poderes del imperialismo
norteamericano-europeo, que se ha entronizado sobre los pueblos mediante la ONU , su Consejo de Seguridad y
la OTAN , de sus
ejércitos y armas de destrucción masiva y a larga distancia. Rusia y China, sus
gobiernos, no deben ni pueden permanecer impasibles e indiferentes ante el
aniquilamiento sistemático e infrahumano de la humanidad de los pueblos,
realizado por esos monstruos despiadados de los gobiernos
norteamericano-europeos.
Rusia, Brasil y China tienen que incorporarse con sus acervos libertarios a
la más hermosa tarea de humanización de los pueblos de la Madre Tierra y la del
mundo. Por tanto, tienen que desconocer a la Organización de las
Naciones Unidas como institución mundial de representación de las naciones, la
que por el contrario como ya lo hemos señalado, solo sirve a intereses de aquellos
gobiernos criminales de países colonialistas e imperiales que han depredado a
los otros pueblos y naciones de África, América, Asia, y Australia-Oceanía.
Necesaria es realizar una acción urgente de solidaridad y apoyo con el pueblo
de Libia. Apoyo incondicional ante tan terrible acción de crímenes y asesinatos
masivos contra nuestros hermanos de Libia, como así a todos nuestros hermanos
de África que están en la mira ante tan brutal e impía acción imperialista
norteamericana-europea, como son también en lo inmediato Siria e Irán. Para
ello pues, desde abajo, desde las entrañas mismas de los pueblos en lo masivo
de muchedumbres, debemos crear instrumentos políticos, jurídicos y
sociales-culturales de enlaces diversos para nuclear a los pueblos y naciones
de los distintos continentes, como así crear los mecanismos institucionales
para realizar respuestas de acciones concretas contra los gobiernos y
estructuras de poderes de dominación del imperialismo norteamericano-europeo.
A los efectos, la propuesta anterior de crear los instrumentos
políticos, jurídicos, etc., como también
los mecanismos institucionales respectivos, tiene que ser conjugada por una
estrategia general de acciones que confluyan, para cada ejecución táctica en lo
particular de cada aspecto nacional, a)
En la Reorganización
y Unificación del Movimiento Revolucionario a Nivel Mundial. b) El
establecimiento de una Línea de Acción de Racionalización y Regularización de
las luchas y enfrentamientos sociales humanos sobre el planeta, en términos y
en función de humanidad. El
movimiento revolucionario a escala mundial, ante las manipulaciones y
perversiones de deshumanización sistemática estructurada histórica del
imperialismo norteamericano-europeo, tiene que rescatar los principios básicos
de humanidad de los pueblos. En ellos amar y cuidar la vida de nuestros semejante;
el de bondad, generosidad y de solidaridad entre las gentes y las naciones; el
de correlación de fuerzas entre factores y fuerzas sociales distintas y de
complementariedad entre naciones, entre otros principios.
Los pueblos, las naciones de América
Latina, Central, del Caribe y del Norte (los Estados Unidos y Canadá); los
pueblos de África, los pueblos de Asía, de Australia y Oceanía, están
impelidos, obligados, a unificarse en una sola acción de lucha y combate por
salvar la vida de la humanidad toda ante tan terrible amenaza. Los pueblos del
mundo tienen, tenemos que unirnos en un solo y único canto de amor, de familia
humana única, por la vida de las especies
animales y vegetales, por la existencia de las aguas, de los ríos y de los mares, por la
existencia del aire, del viento con su silbo en el follaje, de la madre Tierra,
del planeta en su vibración cósmica, en
su viaje estelar en torno al Universo.
En fe de afecto revolucionario
de siempre,
Pablo
R. Carvajal R.
Coordinador General de América Libre y
Socialista
(Proyecto de Estudio e Investigación
en Función de Humanidad)
Correo: pabloc43@yahoo.es
Caracas, 18
de marzo del 2011