lunes, 10 de junio de 2013

EL PUNTO LÍMITE



Pablo Carvajal

En Venezuela, con la desaparición física del siempre presidente y comandante Hugo Chávez, abruptamente hemos caído  en peligrosa elongación de tiempo que bien podríamos denominar Punto Límite. El punto límite es aquel –para el caso de algún tipo de conocimiento que ha alcanzado su techo en el que no puede avanzar más-, en el que una vez llegado a él, agotadas todas las previsiones teóricas y prácticas del proceso revolucionario –recordemos los últimos momentos de la URSS 1989—1991-, se cierran todas las salidas de la revolución y el avance en marcha se detiene y paraliza totalmente. Y a la vez, todo el mundo cae en un estado general de desconcierto, confusiones, sectarismos, contradicciones y conflictos, y quienes tienen el poder resuelven por la agresión a sus anchas y reales ganas de sus intereses cualquier crítica en contrario, aunque esta sea de sus propios partidarios. En este ámbito la derecha contra-revolucionaria toma la dirección de los hechos políticos, económicos y sociales en el plano de la opinión pública y se fortalece cada vez más, mientras con su ataque debilita a la revolución. Aquí en Venezuela la contra revolución (MU) pasó a guiar la opinión pública, a partir de la muerte del presidente Chávez.
Nosotros, América Libre y Socialista, en nuestros trabajos de investigaciones hemos encontrado un término con el que se recoge significativamente ese estado nefasto de confusión, y de contradicciones permanentes entre las distintas organizaciones y partidos populares-revolucionarios, encerrados en la práctica obtusa de sus más connotados dirigentes, que ha llevado a una situación de sectarismos y dogmatismos que nos ciegan totalmente respecto a ignorar la búsqueda de factores y elementos de conocimientos históricos claves de la revolución socialista, como así a despreciar la práctica misma de la teoría para las transformaciones con los que bien pudiéramos encontrar salidas hacia el avance del proceso de la revolución. Ese término es el de: Gregarización ideológica disolvente. Su carácter básico es que quien, de alguna manera, ejerce algún poder de influencia y dirección política, social y cultural sobre las poblaciones, lo ejerce en función ideológica de su propio beneficio de poder personal e intenta mantenerlo incluso, aliándose con el enemigo. Define un estado mental en el que el poder por el poder ciega y deshumaniza al que lo detenta de alguna manera.
Con la gregarización ideológica disolvente, triste y lamentablemente para ellos, han caído todos aquellos otrora revolucionarios que falazmente traicionaron la revolución socialista en los distintos continentes y se han pasado, viles y arrastrados peones, al campo de ese monstruoso imperialismo norteamericano-europeo, por búsquedas de cuotas de poder. Ese nefasto ámbito de traición está plagado de despreciables nombres en uno y otros continentes como los de Pompeyo Márquez, Eudocio Revines quien fue  Secretario General del Partido Comunista peruano, el  del filósofo Jean Baudrillard entre otros de renombre. En el campo socialista ese punto límite lo constituyó en sí el iscariota Gorbachov como presidente de la URSS.
¿Qué hacer entonces, si estamos sin salidas en este punto límite? Pues para traspasarlo:
1)      Aplicar en todos los términos el principio de bondad, generosidad y de solidaridad revolucionaria, en función de humanización de la sociedad. Arreciada comunicacional de la revolución en todos los niveles y estratos de la población.
2)      Lanzarnos sin demora a la reorganización y reunificación del movimiento revolucionario en la escala nacional como así sugerirlo en la escala continental y mundial. Realizar un 1er gran Congreso Nacional a los efectos de establecer una sola dirección política colectiva con la que se guíe el movimiento revolucionario.
3)      Buscar conformar la epistemología de las ciencias de la revolución, e intentar reordenar sobre la base del Programa de la Patria, las líneas de acción del gobierno bolivariano hacia su recuperación estratégica chavista. El legado de Chávez vive en el corazón del pueblo, es el alma de Venezuela en su revolución. Tiene que vivir.

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