martes, 15 de marzo de 2016

NOVECENTO O LA HISTORIA Y SU RITORNELLO



NOVECENTO O LA HISTORIA Y SU RITORNELLO
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Hace casi cuarenta años, Bernardo Bertolucci estrenó Novecento, una larga película en la cual confronta, a partir de sus protagonistas, un campesino y un burgués interpretados por los entonces jóvenes Gérard Depardieu y Robert De Niro, dos visiones políticas que siguen vivitas y coleando en el planeta entero: comunismo y fascismo.
  
La gran industria cultural, dueña y señora de centros comerciales y televisoras, muestra siempre el fascismo antisemita y esconde, con dudosa ingenuidad, las otras caras del fenómeno que atacó con saña los movimientos progresistas surgidos en la Europa del siglo XX no solo en Italia, sino también en España y Alemania, donde fueron ahogados casi sin dejar rastro. 

Pero Novecento, con sus cuatro décadas a cuestas, sigue hablándonos de esa historia y de esas visiones que hoy pugnan, por ejemplo, en América Latina, donde gobiernos progresistas luchan por la autonomía y la independencia de sus pueblos, a la par que la experiencia transnacional opone prácticas de vieja data para seguir aniquilando todo ser vivo que intente desobedecer los dictámenes del capital. Por eso causa gracia cuando algunos ingenuos repiten eso de que el socialismo fracasó con la URSS, de que si es un modelo viejo y superado, que si patatín, que si patatán, como si el capitalismo y su comandante antiprogreso, el fascismo,  no tuviesen también unos cuantos añitos sin dar respuesta a las demandas del mundo, lo cual se ha visto con toda fiereza en estos últimos tiempos con el desmantelamiento del estado de bienestar en Europa y la continuidad de las guerras en Medio Oriente y África, maquinaria que amenaza también, ciertamente, la estabilidad de nuestro continente. 

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 Aparte de los logros artísticos de la película, que son indudables hasta para aquellos que subrayan que es maniqueísta por su parcialización “ñángara”, resulta de interés la construcción de la imagen del fascismo. Sin intenciones de contar la historia, la crueldad del personaje interpretado por Donald Sutherland, el capataz de la hacienda que cuida los intereses de sus amos en contra de la insurgencia de las mayorías explotadas, es cotejable con la de la acción del fascismo internacional de ayer y hoy, aquí y allá. Así nos lo dicen las desapariciones, en la década del `70, de las hijas e hijos de las y los luchadores de la Argentina durante los años de la dictadura militar; la quema en Odessa en el año 2014, de 31 personas que se hallaban en un edificio incendiado por turbas prooccidentales, hecho que, por cierto, quisieron reeditar en Venezuela al intentar prender un preescolar durante las guarimbas del año pasado; y hasta en las facetas del microcrimen, con la acción del dirigente de Voluntad Popular José Pérez Venta, quien mató y descuartizó a sangre fría a su correligionaria Liana Hergueta por no pagarle unos dólares. 

Por eso es bueno volver a ver Novecento, porque el imperio practica la injusticia y el saqueo de los pueblos sistemáticamente desde hace 500 años. Aún somos una propuesta, y como propuesta hay que estar atentos a estas historias que son patrimonio de todos los pueblos que han estado y están en lucha. Confiamos en descifrarlas en toda su magnitud para que no se repitan.

Isora Irala
 


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